«No hay
que parar las negociaciones en ningún caso. Hay que estar dispuesto a dialogar
siempre». Así ha hablado Oriol
Junqueras esta mañana en Catalunya Ràdio. Me
parece perfecto. En esa dirección apuntábamos ayer cuando, desde ERC, se
suspendían las negociaciones hasta más ver. «En ningún caso» es suficientemente
claro como para no inducir a equívocos. El problema es algo tan simple como
quién manda en Esquerra, y sobre todo qué capacidad tiene quien manda de que le
hagan caso. Más todavía, ¿realmente hasta dónde cala el (retórico) mensaje de
hacer política y no montar pollos a diestro y siniestro? ¿se queda dicho
mensaje en la superficie o hunde sus raíces
más debajo de las capas freáticas del partido?
Tendremos una aproximación en el
congreso republicano que se celebrará este fin de semana: veremos hacia dónde
apuntan los frentes de juventudes y senectudes. Veremos si Junqueras es un
profeta desarmado o un dirigente que, además de auctoritas, tiene autoridad y mando en plaza. Veremos, en definitiva,
si ERC abandona su situación de ´partido intimidado´ y rompe de una vez por todas con su condición
de hermano menor de los post post post convergentes. Y deja de tener como
canción distintiva «La Tarara, si; la Tarara, no». Debe desprenderse, en suma,
de su fidelidad al canon ´patriótico´ que dicta Waterloo, pro domo Puigdemont.
Por lo
demás, no me parece percibir que los diferentes frentes de ERC sean
suficientemente avispados con relación a las consecuencias de torpedear la
investidura de Pedro Sánchez. En concreto, la repetición de
elecciones generales que, muy probablemente, podrían representar un triunfo en
toda la regla para las derechas al grito de «¡Vivan las caenas!».
No hay comentarios:
Publicar un comentario