Tengo
la extraña sensación de que la izquierda madrileña concede la victoria en las próximas elecciones a la
derecha ultra de la señora Ayuso porque así lo manifiestan los augurios de los mentideros
del arco iris de las parrillas televisivas del enjambre mediático patrio. El
problema de fondo, según parece, es que se
atribuye a la izquierda que, primero, poco tiene que rascar y, segundo, que sus
intereses están en saber el orden en que
quedará el recuento de los votos.
Vale
la pena señalar que todo ello se ha ido configurando sin datos, sino con sólo sensaciones y emociones que, de manera rutinaria, se han ido trasmitiendo «de las musas al teatro», no necesariamente
subvencionadas para primar a la derecha sino para apostar publicitariamente por
un caballo ganador que aparentemente podía ser, según esos cálculos Isabel D. Ayuso. Serían los
intereses autónomos de las
corporaciones mediáticas de las emisoras de radio y televisión.
Sea
como fuere, sería un error caballuno que
la izquierda madrileña diera por sentado, de entrada, que el 4 de Mayo el Partido Apostólico se hiciera
con el matalotaje del Parlamento de la región de Madrid. Creer que será así
tiene la misma lógica que confiar beatíficamente en la credibilidad de la
profecía de la encuesta del CIS, dirigida por Tezanos.
Primeras
conclusiones siempre provisionales: no necesariamente son infundados los rumores
–ha leído usted bien, rumores— de que la
tal Ayuso puede ganar las elecciones. Ahora bien, el CIS habla también de
rumores, que en este caso son contrastados. Atribuye un empate técnico a los
litigantes.
Pero,
sea como fuere, no sé muy bien por qué, pero tengo para mí que a más participación,
mayor serán las expectativas de que las izquierdas ganen las elecciones del 4
de Mayo.
Ahora
bien, oído cocina: quien mantenga el
espíritu a media altura no podrá levantar el gallo a la derecha.
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