Thomas Piketty ha provocado a las izquierdas, a
la intelectualidad y a los analistas con su formulación de «¡Viva el socialismo!».
No es un grito exaltado en una manifestación parisina, ni tampoco se trata de
una octavilla de otro novísimo partido de la izquierda. Es un libro que tiene
precisamente ese título “¡Viva el socialismo! Crónicas 2016 – 2020”, indicando
que ese viva es el resultado de un largo proceso de reflexión concienzuda. La
joya de la despensa de ese texto es su introducción.
El
argumento que recorre tan importante reflexión tiene este meollo: «Estoy convencido
de que hay que pensar en la superación del capitalismo, en una nueva forma de
socialismo, participativo y descentralizado, federal y democrático, ecológico,
mestizo y feminista». Es el heptaedro del socialismo de Piketty: siete rotundas
condiciones para un socialismo de nueva planta. Y como hay que completar la
provocación, el autor estima que: «el socialismo es el término más apropiado
para designar la idea de un sistema económico alternativo al capitalismo». El Barbudo de Tréveris
enarcaría las cejas.
De
hecho las reflexiones de Piketty son un recordatorio a quienes han ido archivando
el ideal emancipatorio, substituyendo la
acción política por la gestión, siempre necesaria, por supuesto. A quienes han
propiciado que el «concepto izquierda» haya devorado al «concepto socialismo». Dígase
sin aspavientos: esa batalla la ha perdido la izquierda sin, ni siquiera, alzar
la voz.
Algunos
amigos, conocidos y saludados quizás adviertan al economista galo que el horno
no está para bollos. O sea, dejémonos de virguerías utópicas y vamos a lo que
vamos. Esta es una sugerencia ramplona y acomodaticia, perezosa
intelectualmente que ha ido acumulando pobreterías políticas sucesivas. Ha sido
una pereza que, tal vez, es responsable –o, mejor dicho, parcialmente
responsable-- de las mil y una dificultades
que tienen las izquierdas: desde la que llora hasta la que ríe, desde la
modosita hasta la alborotadora.
No
se engañen: Piketty no ofrece recetas. Solamente indicia algunos elementos para
debatir qué alternativa tiene el capitalismo. No le pidan más quienes se han encogido
de hombros viendo como el jardín se iba chuchurriendo, ni le exijan esto o lo
otro quienes lo mismo le da ocho que ochenta.
En
todo caso, «lo primero es antes». ´Antes´, si ustedes me lo permiten es leer,
estudiar el libro. Nunca en diagonal.
P/S.--- El libro lo ha editado Deusto—Grupo Planeta y
ha sido traducido por Daniel Fuentes.
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