Que
el hombre de Waterloo
acabara siendo todo un sacamantecas es cosa que algunos ya habían comentado. Carles Puigdemont necesita
pagar muchas facturas pasadas y presentes. Las ayudas institucionales directas
e indirectas, ´la fiscalidad patriótica´
y los sablazos a una parte de la
feligresía –nos dicen voces informadas— no llega lo suficiente para tapar
tantos agujeros. De la alcancía de Waterloo sale más de lo que entra.
Con
lo que Waterloo y sus espoliques han ideado otra martingala para hacer caja. Se
trata de una «Identidad digital catalana», una especie de achicoria del
documento nacional de identidad. Costará entre 6 y 12 euros, incrementándose la
´angustia solidaria´ de la feligresía
independentista que cotiza por cada chiringuito con apariencia de «estructura
de estado» catalán. Lo que hace años era
´fatiga impositiva´ se ha ido convirtiendo, tras la multiplicación de los panes
y los peces que repartir tras el fracaso del procés, en angustia, ´angustia impositiva´.
La
identidad digital catalana –entiendo cada palabra por separado, pero no me
cuadra qué quiere decir exactamente el constructo-- sirve, pues, para mantener a Waterloo –concretamente
al llamado Consell nacional per la república catalana-- y sus gastillos.
Porque, como es sabido, nada es gratis, ni debe serlo. Ahora bien, algo hay que
darles a cambio a los donantes. Con lo que los pedigüeños alcabaleros de
Waterloo han establecido este do ut des: «votar y participar como ciudadano en el registro republicano del
Consell, reportando beneficios de consumo estratégico, entidades sociales,
medios y clubs». Pregunta: ¿dónde se instalará tan abigarrado economato? Por lo
que se ve, la grotesquez campa por sus respetos en las filas de Waterloo.
Ahora
bien, afirman los recaudadores de estas alcabalas que todavía –todavía, no lo olviden— no se puede
tramitar nada de ello –tampoco se dice qué es ´ello´-- a través de la
Generalitat, porque esta sigue siendo autonómica. De manera que para ir al
economato de esos sedicentes ´consumos estratégicos´ hay que esperar al
advenimiento de la república catalana. No es una novedad, Toñico Comín, la mano
derecha del hombre de Waterloo, lo dijo un día con rotundidad: «En Cataluña hay
listas de espera, porque no somos una república».
Punto
final: los antiguos salteadores de caminos se han transformado en salteadores
digitales. Tocomochos 4.0.
Post
scriptum.--- «Lo primero es antes», decía don Venancio
Sacristán.
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