Mientras
haya sectores de izquierdas, remolonamente de izquierdas o sedicentemente de
izquierdas que apoyen o justifiquen el independentismo, el litigio de la mitad
de los catalanes contra la otra mitad seguirá siendo un hecho. Amén de la
permanencia de ese conflicto con España.
Esos
sectores de izquierdas son la garantía de que la extinción del secesionismo
será más complicado de lo que se piensa. Es esa izquierda que se ha ido
formando a borbotones, a salto de mata sobre la base de acontecimientos muy
concretos de la vida política catalana: desaparición del PSUC, desvanecimiento
de ICV, surgimiento de movimientos sociales y otros acontecimientos que han ido
configurando un proyecto sobre la base de la suma de los sedimentos que iban
dejando aquellos que pasaban a otra vida. Ello explicaría, aunque parcialmente,
el carácter ambiguo –o de constante improvisación-- de algunos de estos nuevos partidos. Pongamos que hablo de los Comunes. Que
es un partido que se ha ido construyendo ´programáticamente´ sobre los
depósitos, sedimentos y rescoldos de sus inmediatos antecesores.
La
falta de un fuerte liderazgo ha imposibilitado que, como mínimo, el proyecto
tuviera la razonable cuota de coherencia. Ahí está, en mi modesta opinión, la
clave de la ambigüedad de los Comunes.
Lo
que viene a cuento por aquello que tan lúcidamente nos relata Lluis Rabell: «De ahí que las admoniciones de
los comunes a Pere Aragonés resulten vanas. Y
aún más cuando asumen buena parte del marco mental independentista. ¿Qué
sentido tiene invocar una “Generalitat republicana” si no es
el de cultivar la ambigüedad acerca del rumbo a seguir, cuando ERC sigue
hablando de amnistía, de referéndum de autodeterminación y contemporiza con la
idea aventurera de un “nuevo embate democrático contra el Estado”?
¿A qué rima insistir con la idea de un gobierno de izquierdas formado por ERC
y comunes… que debería apoyar pasivamente desde fuera por el PSC, el
partido que ha ganado las elecciones?» (1). Díganse las cosas
con claridad:
¿Lo
que están exigiendo los Comunes a ERC no es independentismo? ¿Cómo debe
entenderse, pues, lo de la exigencia de «la Generalitat republicana? En honor a
la verdad debe decirse que –al menos en este caso-- no hay ambigüedad: eso es tan claro y espeso
como el agua clara y el sonocusco espeso; el embrollo se produce cuando –además
de otras ocasiones-- altos dirigentes de
esta formación se han posicionado por una España confederal.
En
resumidas cuentas, los Comunes dan la impresión de que su mano izquierda ignora
lo que hace su mano derecha. O, por agotar la hipótesis, sabe lo que hace dicha
mano porque entiende que, de esa manera, puede rebañar votos en distintas
masías. Sería que entienden que la
´lengua bífida´ es rentable.
Punto
final. Ha surgido una importante agrupación en el interior de los Comunes, se
trata de Esquerra Verda, la mayoría de ellos veteranos psuqueros y de Iniciativa.
¿Quieren influir en los Comunes? ¿Para qué y cómo? Una sugerencia: sepan que «lo primero es
antes», dijo don Venancio Sacristán, mecánico y
filósofo de Chinchón.
1)
https://lluisrabell.com/2021/04/01/el-fuego-y-el-poder/
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