El
independentismo catalán se haya instalado en una fase de esperpento que
causaría hilaridad si no fuera por la gravedad del asunto. Òmnium reclamó ayer a Esquerra Republicana de Catalunya
«que no derroche el resultado histórico del 14 – F». La respuesta de Aragonès García fue
reclamar a Waterloo
un «paso definitivo» en las negociaciones para el reparto de la túnica sagrada.
Diálogo para besugos como aquellos míticos que publicaba el humorista Armando Matías Guiu: «Buenos días, caballero».
«Manzanas traigo». Hace tiempo que Òmnium no está en sus cabales.
La
política tiene una extraña relación con el calendario: las fechas históricas se
multiplican a cascoporro. Cualquier acontecimiento, incluso el más
insignificante, puede ser elevado a categoría de ´ histórico´ sin que por ello
se le exijan demasiadas cuentas a quien exagera tan caballunamente. Ahora bien,
conviene contar con un tantico de sentido común para evitar hacer el ridículo.
Y como mínimo tener cierto buen manejo en las cuatro reglas de la aritmética.
Porque si los socialistas de Salvador Illa han
sido el partido más votado, sobrepasando a ERC y a Waterloo, afirmar que dicha
jornada ha sido histórica podría ser
el estribillo de aquella canción infantil: «Por el mar corren las liebres, por
el monte las sardinas». Aunque, como es sabido, el estatuto epistemológico de
la mentira permite –y, a veces, exige-- clamorosas licencias en el discurso
político, pero no es conveniente exagerar en demasía.
En
todo caso, Aragonès García, reclamando un «paso definitivo», podría ser
consciente de las dificultades de compatibilizar lo que Òmniun le exige a los
dos partidos independentistas más importantes: «Una estrategia compartida y
ganadora». No solo no hay tal, sino que se ha trabajado para que no sea así. Oído
cocina: Òmnium, inconscientemente, está reconociendo que todo el procés ha sido una martingala, no ha
sido una ´estrategia ganadora´.
ERC
ha puesto la independencia al baño María para acumular fuerzas, porque con lo se
cuenta hoy no se llega ni a la vuelta de la esquina; ¿independencia?: la
puntita, sólo la puntita. Waterloo, dividida en múltiples cáfilas –no bien
avenidas entre sí y todas ellas pugnando por la primogenitura-- es incapaz de diseñar un proyecto que
mínimamente pueda tener opciones de tirar adelante.
Así
las cosas, puede ocurrir cualquier cosa. Porque el sentido de la responsabilidad
de las tribus de Waterloo no es un valor cívico ni político en sus alforjas. Lo
que les importa es dejar claro que, ocurra lo que ocurra, es debido a una
actitud de gracia de Waterloo.
Pero
–como señala con malafoyá santaferina Quim González-- cabe la posibilidad de que el día 23 se
pongan de acuerdo, con la idea de llamarlo el Pacte de sant Jordi. Con música de Cançò d´amor
i de guerra-
Vale.
Post
scriptum.--- «Lo primero es antes» (Venancio Sacristán)
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