martes, 30 de junio de 2020

Cuando los manifiestos se convierten en navajas de Albacete




Los hunos firman un Manifiesto a favor del hombre de Waterloo; los hotros responden firmando lo contrario. Todos ellos son, hasta el momento, figurantes del mismo partido: los post post post convergentes, las limaduras del pal de paller de Jordi Pujol.  De donde saco la siguiente conjetura: estos manifiestos son –Clausewitz mediante-- la prolongación de la guerra de esos feligreses por otros medios. Son, podría decir Freud, el hechizo voluptuoso de una pugna que ha dejado de estar larvada para convertirse en lucha final. En todo caso, con este tipo de manifiestos las campanas están doblando a muerto. O los hunos o los hotros. Todo el teatrillo de cristobicas está conteniendo el aliento.

Según analistas de prestigio comarcano esta lucha se libra, grosso modo, entre cargos institucionales y cargos orgánicos, de partido. Los primeros son entusiastas o aprovechateguis del hombre de Waterloo y entienden que el partido, PDECat,  tiene que disolverse y crear una formación radicalmente nueva para mayor gloria de Puigdemont. Los segundos niegan la mayor y han anunciado una línea de resistencia. Los analistas comarcanos explican que el partido saltará por los aires. Ganará Waterloo –a menos que haya un milagro— pero el partido explotará por los aires. Lo que me da pie a una segunda conjetura: es radicalmente falso que los hunos y los hotros –Waterloo y sus adversarios—tengan algo que ver con el «gen convergente», aunque reconozco que es una brillante metáfora. Que a mí me ha contagiado cuando hablo de los «post post post convergentes». Mea culpa.

El gen convergente se caracterizó en su día, y durante largos años, por ser un atrápalo todo: incluso socialdemócratas de Pedralbes y comunistas a la virulé, cristianos de agua bendita y ateos de blasfemia diaria cayeron en deliquio ante la potente figura de este Pujol. Ese gen convergente era la tutía que impregnaba la chimenea de aquel nacionalismo catalán de peix al cove  que, de manera muy libre, podríamos traducir como ´pájaro que vuela a la cazuela´.

Estos de hoy no son de ese gen. De aquel espíritu de engullir todo lo que se mueve han pasado a exigir una probada limpieza de sangre. De aquel pragmatismo se ha llegado a la negación de la política. No existe, pues, relación alguna con aquel gen convergente. Dispénsenme si, en alguna ocasión, recurro al latiguillo de los post post post convergentes.

No hay comentarios: