lunes, 15 de junio de 2020

El silencio del sindicalismo llamado global




Parecen ya lejanos los tiempos de Madame Lagarde al frente del Fondo Monetario Internacional. Su nueva titular, Kristalina Georgieva, está intentando darle otro aire a la institución. Hoy ha aparecido en El País una importante entrevista con ella (1). Refiriéndose a España ha declarado que «la renta mínima es apropiada; tiene lógica hacerla permanente». Elegante, aunque enérgica, desautorización de la pintoresca definición de ´paguita´ por parte de la chusquera ultraderecha española. Sugiero a mis amigos, conocidos y saludados que lean atentamente dicha entrevista y a sacar unas primeras conclusiones de los elementos reformistas de las palabras de la señora Georgieva.

De entrada, y con todas las precauciones habidas y por haber, estimo que se trata de una interferencia en las políticas antiglobalizadoras de Trumpp, Boris Johnson y sus seguidores plenamente declarados o a medio declarar. Veremos lo que da de sí la presidencia de la Georgieva al frente del FMI. De momento, no se nos caen los anillos de calificar como positiva.

Paradójicamente no podemos decir lo mismo de las instituciones sindicales formalmente globales. O incluso las europeas. En la gran crisis de 2008 se acentuó la parábola descendente de esas instituciones que, en el mejor de los casos, han acabado siendo oficinas de registro de los acontecimientos. Tres cuartos de lo mismo está sucediendo en esta situación de pandemia. Por no hablar de su ausencia (sindicatus absconditus) en toda la terrible situación de Nissan.  Lo chocante del caso es que, desde los sindicatos nacionales, excepto Isidor Boix, no aparece ninguna voz que indique que sus paraguas globales están sumamente deteriorados. Desde el gran Emilio Gabaglio no hay chubasquero que valga.


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