Conviene
no ponerse nervioso. Pedro Sánchez está mejor en estado de flema que
intranquilo. Es lógico que Pablo Iglesias apriete porque necesita oxígeno. Sus resultados electorales
no le han acompañado como quería y esperaba. Por lo que parece de cajón que,
dado que el PSOE necesita una serie de votos para la investidura de Pedro
Sánchez, Podemos se haga valer y pida alguna cartera ministerial en el próximo
gobierno. Esto es política y el reparto de la túnica sagrada no es una cuestión
baladí. Ximo Puig lo ha entendido a las primeras
de cambio.
Veamos:
Pablo Iglesias necesita recuperarse de su traspiés y cree que, desde un
ministerio, está en mejores condiciones; Pedro Sánchez, a su vez, precisa de
los votos de Podemos y de algunos más. Digamos, pues, que ambos –los apóstoles
Pedro y Pablo-- se necesitan para
gobernar el reino, que es de este mundo. Por lo que no parece muy sensato que,
ante las reiteradas peticiones de Pablo,
Pedro responda que podrían convocarse nuevas elecciones. Temple, oigan.
Digámoslo
con crudeza: nadie tiene la certeza de los resultados que dispondrían unas
nuevas elecciones. Más todavía, la frase –inútilmente brillante-- de Ábalos “las urnas tienen memoria” es
poesía en octosílabos. Ni las urnas tienen memoria ni la memoria está en las
urnas. Una repetición de las elecciones es un disparate caballuno.
El
temple también es exigible a Pablo Iglesias. Recuerde usted el viejo refrán de
“tanto tienes, tanto vales”.
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