Debemos a Paco Rodríguez de Lecea unos descacharrantes comentarios sobre la estancia de Quim Torra en Nueva York, EL PASO HONROSO DE QUIM TORRA (1). Genio y
figura este caballero que fue definido con precisión como un hooligang, según
indicó Joan Coscubiela en memorable discurso en el Parlament de
Catalunya. Genio y figura a quien debemos agradecerle que no discrimine a sus
públicos variopintos: lo mismo monta un pollo en Barcelona que en Nueva York.
De la misma manera que organiza un follaero en el Parlament que lía una zahúrda
en un festival en la antigua ciudad de los rascacielos. Torra es así:
internacionalizando el ´conflicto´ y dando que hablar al mundo entero sobre la
idiosincrasia de los catalanes puros,
que ya estaban aquí, incluso antes que los primeros pobladores.
En todo caso, séame permitido un comentario
aproximadamente político. Con el paso del tiempo se percibe que Torra se va
despegando un tantico del hombre de Berlín. Normal, cada maestrillo tiene su
librillo. Siguiendo antiguos ejemplos ya habíamos previsto que llegaría un momento
en que se iría aflojando el cordón umbilical. En otras palabras, Torra inicia
el asesinato de su padre. Puigdemunt
empieza a estar inquieto. Con lo que los gestos hilarantes de aquel
empezarán a generalizarse. No es cosa de tomarlo a risa. Me reafirmo: son
gestos hilarantes, aunque Andreu Claret los haya
calificado caritativamente de «tremendo error». Ahora bien, buscando un acuerdo
con este brillante periodista podría decirse que hay tremendos errores que son
grotescos.
Precisamente en puertas de su encuentro con Pedro Sánchez, este follonero la lía parda hasta el
punto de acabar siendo zarandeado por los guardias de seguridad del festival
siendo acusado de alborotador. Ni siquiera ningún mandatario bananero ha tenido
un comportamiento tan poco convencional como el de este agitador de sala de
fiestas. Primera consideración provisional: no hay posibilidad de apaño
mientras este sujeto siga al frente de Cataluña. Porque el conflicto que
organiza este Torra tiene una naturaleza protopolítica. En resumidas cuentas,
Torra pasea su singularidad esperpéntica disfrazada de internacionalización de
la causa. Pau Casals abochornado en su tumba. Y Pedro Sánchez, preguntándose
qué le dirá a este caballero el día que se vean las caras. Mientras tanto, la
selección alemana de fútbol encuentra consuelo: hay quien les supera en
ridículo.
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