Ni siquiera descansan ante la
sangre derramada. Es más, da la sensación de que, en algunos casos, se regodean
por los brutales atentados en Barcelona y Cambrils. Los colmillos retorcíos de ciertos profesionales de la bilis no dejan
de echar veneno, entre ellos algunos cabos furrieles de a ultraderecha. Ni una
lágrima, ni un gesto de solidaridad. Solamente babas.
Utilizan con bastardía la
coyuntura para responsabilizar del atentado a las autoridades catalanas y al
clima de objetiva división que existe en torno a la cuestión catalana. O, con
aparente análisis político, para mezclar independentismo y atentado, como es el
caso de El País y El Mundo en sus
editoriales de hoy. Una pipirrana agria. Los primeros exhibiendo su parálisis
cerebral; los segundos intentando que suba el nivel de las ventas de ambos
diarios. Los bastardos con una ingesta de vino peleón; los otros, pretendiendo
disimular su caspa con abundante brillantina.
Quede claro: desde mi inequívoca
posición antisecesionista no puedo tolerar la bajeza de esa lucha política.
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