Los artículos que en los últimos
días se están publicando en este blog acerca de la convocatoria de un acto en
Barcelona el día 22 de septiembre han promovido un alud de comentarios (1). La
mayoría de ellos de acuerdo con lo planteado. También algunos han aprovechado
la ocasión para decir lo contrario. Todo ello ha quedado registrado en
facebook. Desde los comentarios elogiosos hasta la virulencia de los
independentistas intolerantes, que –insulto en ristre—se han desfogado tabernariamente.
Las redes son así y, en ellas, hasta el más apocado hincha el pecho y
espasmódicamente eructa a granel.
También ha habido quienes, desde
fuera de las filas del sindicalismo, han intentado enfrentar nuestra iniciativa
a las confederaciones. Y, de paso, arremeter contra sus grupos dirigentes. Cosa
que hacen venga o no venga a cuento. Nosotros somos afiliados desde los
primerísimos tiempos. Ello no nos da autoridad alguna, pero sí constata que
nuestra vinculación viene de antiguo. Y, en lo que a mi casa se refiere
(Comisiones Obreras), afirmo que la posición entorno a la cuestión catalana es
el mínimo común denominador de los delegados del último congreso. Para
entendernos, una posición de síntesis.
En resumidas cuentas, no
confundan el culo con las témporas.
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