Toda reforma del modelo
turístico requiere una cuestión previa: la dignificación de los salarios y la
humanización del trabajo, esto es, unas condiciones de trabajo que lo hagan
posible. Dejar de lado requisito previo no lleva a ninguna parte. Sin embargo,
la mayoría de los debates en torno al turismo obvian esta cuestión.
2016 fue un
año récord para el turismo, más de 77 millones de turistas visitaron el país,
fue un año donde se superaron todos los parámetros de rentabilidad para el
sector hotelero. Como vulgarmente se dice: el turismo es la gallina de los
huevos de oro. Y sin embargo, estos datos positivos para la industria turística
no se reflejan en la generación de puestos de trabajo, cuyo índice de
crecimiento es un vergonzoso 0,63 por ciento. La inmensa mayoría de esa cifra
es empleo precario: por cada contrato fijo hay 11 temporales, lo que nos
demuestra la enorme precarización que se vive en este sector. Vale la pena
recordar que las condiciones de trabajo son tan inhumanas que el 70 por ciento
de las mujeres del sector trabajan medicadas. Por lo demás, sigue la racha del
descenso de los salarios. La gallina de los huevos de oro es extremadamente
cicatera con los actores principales que hacen del turismo una colosal fuente
de ingresos. Así las cosas, sorprende que la gran mayoría de analistas y
comentaristas pasen por alto estas cuestiones. Más todavía, es muy chocante que
el empresariado no entienda que, con esos elementos, el turismo pase de ser la
gallina de los huevos de oro a un polluelo famélico y desplumado.
Así pues,
óigase la voz de los sindicatos. Sin ellos la cosa puede irse a pique. Véase,
por ejemplo, http://informes.rel-uita.org/index.php/hrct/item/no-habra-turismo-digno-sin-empleo-y-salario-dignos
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