Ayer por la noche Roser y un servidor asistimos a un espectáculo de Faemino y Cansado,
que estuvieron magníficos. En Pineda de Marx. Cerca de tres mil espectadores.
Noche estrellada con una temperatura que no bajó de los 28 grados. No importa,
los dos humoristas nos hacen reír y sonreír. Mientras abandonábamos el recinto
un viejo amigo me interpela. Resumo lo que me dijo. ¿Por qué no se organiza un
gran acto en Barcelona contra lo que se prepara el día 1 de Octubre? Estoy
harto de firmar manifiestos que no se sabe a quién o quienes se dirigen. Estoy
hasta la cruz de los pantalones de todo ese mejunje, y creo que ha llegado el
momento –aunque tarde-- de que el «mundo
del trabajo» diga la suya, sin eufemismos ni disfraces. Tú tienes palillos, me
dice, para que se organice algo con cara y ojos. Me sugiere nombres de las
personas que podrían ser los sujetos convocantes. Parece que lo ha pensado a
fondo.
Le hago ver que tenemos poco
tiempo para montar una cosa de esas características. Mi amigo me responde sin
contemplaciones: «Falso. Ahí están las redes sociales. Estáis jubilados con lo
que tenéis todo el tiempo del mundo para organizarlo. Y sobre todo hay una
expectación que no conviene minusvalorar. Además, tendréis la propaganda de quienes os
pondrán como un guiñapo. Os llamarán desde españolistas hasta el nombre del cerdo. O sea, cada improperio es
una inversión de publicidad en la convocatoria».
Le prometo pensarlo y
consultarlo a los amigos que me ha indicado. Por su parte, me dice: «Oye, ¿has
notado que ahora corre un airecillo que refresca la noche?».
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