Está muy extendida la idea de
que el partido En Comú—Podem, la formación política de Ada Colau y Xavier
Domènec, tiene una posición ambigua frente al problema catalán en general y el
llamado referéndum del 1 de Octubre en particular. Tengo para mí que eso es la
parte más visible de la cuestión. Ni es todo, ni lo más importante. Yo diría
que es, fundamentalmente, una consecuencia de algo que vamos a tratar de
desmenuzar.
La ambigüedad de la posición de
los Comunes es el resultado de la
dificultad real de aclarar las cosas, dadas las diversas posiciones que existen
en el interior de esta formación. Sus dirigentes parecen ser conscientes de que
un intento de fijar una postura clara podría representar un considerable
desgarro en la organización. Así las cosas, la cosa se concreta en una especie
de equilibrio inestable sobre la base del «sí, pero no» o del «no, pero sí».
Que lleva de cabeza a una parte considerable de la militancia, perpleja por la
inconsistencia del posicionamiento oficial, esto es, del grupo dirigente.
Comoquiera que estamos hablando
de palabras mayores –no de aspectos secundarios— dicha ambigüedad se traduce en
una indecisión política, más o menos parecida al famélico burro de Buridán. El
famoso asno estaba hambriento, pero no se decidía por ninguno de los dos sacos
de hierba que tenía delante de sus hocicos.
Sea como fuere, me parece
evidente que el problema de fondo está en lo siguiente: En Comú—Podem tiene una
característica similar a las fuerzas políticas, a saber, su desvinculación con
el mundo de la globalización interdependiente, con las grandes transformaciones
que están en curso.
Moraleja: hace falta que se convoque algo claro, rotundamente claro, contra la farsa del 1 de Octubre. La chicha y la limoná sólo añaden confusión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario