Semana
de pasión para Esquerra
Republicana de Catalunya, el partido más confuso de Europa. Aragonès García no pudo
entrar en Jerusalén, montado en la borriquilla camino del martes de su no
investidura. La casta sacerdotal del Sanedrín lo impidió. Waterloo no admite perder
ni una miaja de legitimismo que tiempo
ha creó haber recibido. ERC por su parte entiende que, tras las elecciones
autonómicas, se produce un «borrón y cuenta nueva», por lo que Puigdemont ya no es lo que
fue. Puigdemont no es el ´presidente deseado´ ni ´el presidente neto´. Sin capacidad para crear, pero con la suficiente fuerza
(todavía) para impedir cualquier salida al colosal embrollo catalán. La respuesta de los de Junqueras no es otra
que la de aguantar el tipo. El catalán (aparentemente) impasible.
Semana
de pasión, pues, para Aragonès García, si es que mañana no se produce un cambio
en la orientación de voto de Waterloo. (Hasta el despistado de Fabrizio del Dongo está al
tanto de ello).
Es,
además, el momento más áspero en el interior del independentismo. Primero, ese
movimiento ha perdido –quizás definitivamente-- su sedicente característica unitaria; segundo, la
densidad del conflicto inter secesionista es muy superior a la de todos ellos
contra España. Este plato se ha roto, y si alguna vez se
juntaran los cachos, se verían las huellas de lo que aparentemente quiso
disimular el pegamento Imedio.
Semana
de pasión también para toda la sociedad catalana: se incrementa el jolgorio de
la dolce vita ante la pandemia, lo que se traduce en su correlato de peores
datos contra el virus; siguen cerrando bares humildes y restaurantes de
Barcelona, algunos de postín.
Y,
sin embargo, como dice Salvador Illa, el
vencedor de las elecciones, «los números dan para formar otro gobierno».
Siempre y cuando los números dejen de ser entes abstractos y se conviertan en
política.
Semana
de pasión que tiene un problema: no sabemos cuándo cae el domingo de
resurrección. Paradoja: corona de espinas para Aragonès; perfume de nardo para
ungir los pies de Puigdemont.
Post
scriptum.---
Venancio Sacristán: Lo primero es antes.
Coro: Flectamus genua.
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