Cataluña se me antoja como una lente bifocal:
una trasmite indicios de esperanza; la otra mantiene el desasosiego. Ni
siquiera los analistas más avezados son capaces de prever hacia dónde se
despejarán tan numerosas incógnitas de esta complicada ecuación.
La primera cara de la lente –por metodología
aprendida en primero de Marcelino Camacho--
indicaría aspectos positivos, que sería de recalcitrantes garrulos dejar
de considerar. Todas las asociaciones del empresariado catalán se han plantado
frente al vandalismo que se ha enseñoreado en los últimos días en la ciudad de
Barcelona y que, hasta la presente, el independentismo no ha atajado. Ha sido
una violencia subvencionada, ideológica y financieramente. De hecho es la
primera contestación de las patronales catalanas contra la inepcia del govern.
Una respuesta tardía, todo hay que decirlo. En todo caso se ha abierto la
espita.
El segundo elemento positivo es que el
gobierno de Pedro Sánchez financiará con los fondos europeos Next Generation la
planta de baterías de Seat e Iberdrola. Se ha dicho que se construirá una
factoría ´cerca de Martorell´. (Las autoridades catalanas siguen en la bucólica
Babia, sin saber ´si son naranjas o son limones´).
Son dos noticias positivas que conviene
retener y valorar como corresponde, porque indican voluntad de tirar hacia
adelante. No me atribuyan que he dicho que hay que echar las campanas al vuelo.
Pero sí pueden decir que son relevantes ambas noticias.
Sin embargo, siguen los nubarrones encima de
Cataluña. Aragonés García se ve como candidato in pectore a la primera silla de
la Generalitat. Pero todo el mundo anda zascandileando en ese bazar persa para conseguir
los jirones de la túnica sagrada. El fulcro de la situación lo tiene la CUP por
incomparecencia de ERC. Sí, Esquerra Republicana de Catalunya, el partido más
confuso de Europa, que pasa el tiempo –rosario
en mano-- musitando ´ser o no ser´.
Mientras tanto, Puigdemont –desde los
chiribitiles de Waterloo— urde la martingala: embrollar el antipasto y los aperitivos
para la pizza de la convocatoria de nuevas elecciones. De esta manera, pensaría
que los votos perdidos del PDECat volverían al chambao de Junts per Catalunya.
Y la burra, completamente desorientada, sin saber si volver al trigo o a seguir
dando vueltas a la noria.
Extraño panorama. La balumba de Waterloo –comistrajo
de libeertarianos, carlistas, anarcocapitalistas, menestrales de medio pelo y
funcionarios de chanel número 5— se disfraza de Joaquín de Fiore; ERC se viste de
esperar y ver; los Comunes encienden una vela a santa Rita.
Todo está por hacer. Y se irá haciendo. Terpenie, que dijo aquel. Siempre y
cuando se siga la máxima sacristaniana –de don Venancio, no de don Manuel— de ´Lo
primero es antes´.
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