Ayer
se vieron las caras y hablaron Pedro Sánchez y Quim Torra. El guión previsto se cumplió: el primero puso encima
de la mesa que no se hablará de la autodeterminación; el segundo insistió en
ella; y la Triple Alianza de las derechas políticas, judiciales y mediáticas
redobló la tabarra contra Sánchez. En todo caso, el encuentro podría dar paso a
un itinerario menos áspero y confuso que el recorrido hasta la presente. Lo que
representaría un elemento de corrección a lo que dijimos, precipitadamente,
ayer mismo: «La hipótesis más
optimista es que este encuentro no servirá para nada». Mea culpa.
La reunión de ayer podría abrir un camino.
Nótese el condicional. Naturalmente, todo ello está por ver. En todo caso, tendrá en su
contra dos potentes enemistades: Waterloo y sus trujimanes, de un lado; y, de
otra parte, la Triple Alianza. Esos extremos siempre se han tocado y hasta
magreado.
Será un camino lleno de vericuetos. Por mucha
insistencia que ponga Pedro Sánchez en que no se negociará la
autodeterminación, la otra parte de la mesa (al menos de momento) seguirá
insistiendo en ello. En todo caso, esta será una negociación de entrenamiento. La partida real empezará
tras el resultado de las elecciones autonómicas catalanas: el gran duelo entre
las fuerzas independentistas. Hasta ese
momento, todo será toreo de salón, que ahora llaman postureo. Postureo de
consumo interno: ayer mismo, horas más tarde de la entrevista, los
independentistas votaban en el Parlament por la autodeterminación y sus islas
adyacentes.
Por lo demás, todos saldremos ganando –también
el independentismo, aunque parezca paradójico— cuando este vea que no habrá un
referéndum explícitamente de autodeterminación.
Post scriptum--- Cuando en Santa Fe echaron en el Coliseo Fernando
e Isabel (que nosotros llamábamos el cine de Benítez) la película Espartaco y
vimos aquello de «Yo soy Espartaco», parecía que el gallinero se iba a venir
abajo. Los aplausos se oyeron en todo el pueblo. Kirk Douglas era
nuestro héroe desde que nos enteramos que Gary Cooper era un chivato del FBI.
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