El
título de esta gacetilla condensa en breves palabras el resultado de la
encuesta de GAD 3 que hoy ha publicado La Vanguardia. Concretamente: los
partidos independentistas revalidan la mayoría parlamentaria con el 44 por ciento, siendo ERC el primer grupo; sin embargo, la misma encuesta anota que el rechazo a la
independencia es cercano al 50 por ciento. En cualquier otra latitud esta
situación podría ser tildada de paradójica. Aquí ni siquiera nos atreveríamos a
calificarla de chocante. Son las cosas de Cataluña. Precisemos: de la Cataluña
de los últimos años en la que algunos consideran que la raíz cuadrada de menos
1 es un número entero.
Que
los de Junqueras
hayan sobrepasado a los de Waterloo
era cosa esperada y no sorprendente: el llamado independentismo pragmático (sea
esto lo que fuere) es visto como una alternativa posible al independentismo
milenarista. Que dicha alternativa sea vista como posible es otro espejismo que tranquiliza no pocas conciencias y,
en cierta medida, sigue manteniendo la oriflama. En todo caso, este «independentismo
pragmático» tiene una dosis política frente al «milenarista» que es anti política
y caldo de cultivo de incubación de derivas tóxicas. Más todavía, el
independentismo milenarista (para entendernos, Puigdemont y su trujimán Quim Torra) puede ser reducido a la
mínima expresión, pero ello no equivaldría necesariamente al fin del pleito,
problema o como guste cada cual en nombrar este comistrajo.
Bueno,
se trata sólo de una encuesta. En diversas cenas --«Más mata una cena que sanó
Avicena», decía mi padre recomendando moderación-- he oído que las elecciones autonómicas serán
en Otoño. Mi viejo amigo Antoni Cuadras, fino
analista de lo que puede pasar, estima que las elecciones serán «entre Octubre
y Noviembre». Bien podría ser. Lo que sí parece plausible es que, sean cuando
sean, se habrá cumplido esta condición: que los de Waterloo tengan un
candidato con cara y ojos y que parezca –sólo que parezca-- que el pragmatismo de ERC no es rentable.
Ahora bien, esto es hipótesis. La vida real nos irá deparando estas u otras
cosas.
Apostilla
necesaria.— El independentismo puede ser derrotado políticamente, pero sería incompleto
si no va acompañado de una derrota ideológica.
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