El
sindicalismo confederal ha tenido un destacado lugar en el triunfo de la
izquierda en las pasadas elecciones generales. Lo ha hecho desde su
independencia de criterio e instrumentos: es el sujeto social que no es de la izquierda, pero que está en la izquierda. Las voces amigas de ´ser´ y ´estar´ ayudan en este caso a entender el carácter y
el papel del sindicalismo. Ese papel lo ha desarrollado el sindicalismo de
manera pulcra: voten a las izquierdas, así en genérico. Que todos entendieron o
al PSOE o a Unidas
Podemos.
En
muy pocas ocasiones se ha volcado con tanta intensidad y energía. El
sindicalismo ha sido consciente de que estos comicios tenían una insólita
singularidad. O entrar en un «oficio de tinieblas» o la hipótesis de avanzar en
la justicia social dando fisicidad a la democracia. Este –me parece a mí-- ha sido el reto central de las organizaciones
que dirigen Unai Sordo y Pepe Álvarez.
Ahora
bien, en esta vuelta ciclista a España –la del domingo pasado-- le queda la etapa de montaña: las europeas y las municipales. El sindicalismo,
en tanto que sujeto urbano y europeo, debe continuar pedaleando en pro de las
izquierdas. Con el mismo ethos que hasta ahora. Perdón, con más diapasón
todavía. La primera oportunidad será mañana, Primero de
Mayo. Que los de chichinabo
llaman 1 de Mayo.
Inciso: el 1 de Mayo es un día más del almanaque; el Primero de Mayo, ya saben,
es otra cosa: la compleja historia de un
proyecto emancipatorio y la búsqueda de futuros imperfectos.
En
síntesis, el sindicalismo confederal
durante las pasadas semanas ha mantenido, metafóricamente, un diálogo
con las izquierdas, revindicando medidas urgentes y de largo recorrido. El
próximo gobierno debe ser consciente del albarán que le ha enviado el
sindicalismo confederal. Su respuesta debe ser clara. Al menos tan clara como
lo ha sido la postura sindical en este proceso electoral. Conclusión: do ut
des. O sea, si te doy, corresponde. ¿Está claro?
No hay comentarios:
Publicar un comentario