1.--
«Nunca segundas partes fueron buenas», dijo don Miguel, el de Lepanto. Sólo se
equivocó en las segundas partes del Quijote y El Padrino. Son dos excepciones que confirman la
sentencia cervantina. De donde me permito deducir que la segunda parte del presidente Suárez ha resultado ser un fiasco de
tomo y lomo, cosa que no lamento. Esta es una segunda parte que está provocando
hilaridad y, según cómo, ciertos síntomas de trastorno. Primero fue su jaleo
mental sobre los neandertales, adobado con una inexistente ley del aborto de
Nueva York. En otra ocasión acusó a un competidor del partido más que ultra de
«ser poco español y poco amante de los toros, porque nunca había toreado ni
estoqueado un toro en la plaza». Una afirmación que seguramente habrá provocado
cierta inquietud en el PP ya que no consta que Casado nunca se haya vestido de luces. Se cuenta
que en los pasillos de la sede pepera
hay quien --benévolamente, aunque con
cierta mandanga-- dice que «son las cosas de Adolfito». (Tal vez sea un agraviado, que no ha
conseguido acomodo en las candidaturas)
Pero,
atención, Suárez II más recientemente ha dejado de lado el costumbrismo
paleontológico y se ha lanzado a hablar de política. «Sin Franco no hubiera
habido democracia», ha declarado (1). Lagarto, lagarto. Este caballero nos
quiere decir algo. Por lo que me barrunto lo que sigue: de un lado, Suárez II
está intentando blanquear una parte de la biografía de su padre y, de otro
lado, intenta salir al paso del acaparamiento que sus competidores ultras hacen
del Dictador. De paso, cumple el guión del eslogan de su partido: Franco como
«valor seguro» para ese contingente montaraz de su electorado. «De la obscuridad
a las tinieblas».
El
caballero puede ser aproximadamente un zote, pero cabe la posibilidad que se lo
haya apuntado el escribidor de guardia. El segundo Adolfo es, en parte, un
fragmento del signo de los tiempos.
2.-- Un fragmento del signo de los tiempos es la
llamada política de fichajes que en
este proceso electoral se está practicando destajo. El segundo Suárez es una de
las más pintorescas expresiones. Su título es solo el apellido. En teoría dicha
práctica diría que los partidos se abren a la sociedad. Pero, visto lo visto,
también podría expresar la poquedad de representación de tales partidos. Visto
lo visto quiere decir que tales fichajes en el mercado de la primavera se han
traducido en un grupo de personas de lo más variopinto, algunas de las cuales
no desentonarían en el patio de Monipodio famoso. Son auténticos almacenes de
anacolutos y solecismos. Es posible que un día de estos, alguien de esos
fichados sorprenda al auditorio declarando que «era de noche y, sin embargo,
llovía». O cualquiera de los dichos del
sin par Arévalo,
Príncipe de las Gasolineras, caricato imperecedero. Flor y nata de la España
cañí.
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