jueves, 25 de abril de 2019

Antes tránsfugas, ahora fichajes



Angel Garrido, que fue presidente de la Comunidad de Madrid hasta hace unos días, se acostó siendo PP y se ha levantado de Ciudadanos. Lo más chocante es que ha dado tan significado salto de mata estando en la lista de las elecciones europeas –en la cuarta posición--  por los de Casado. Estupor en las filas de su anterior partido, que se enteraron gracias a que García lo informó en su programa, ARV. Lo de Garrido es, sin duda, de traca. Extraño personaje. Tan poco de fiar que yo no recomendaría a nadie que fuera con él al bar de la esquina y vigilancia a los camareros, no sea que se fuera sin pagar.  

Ahora bien, Garrido ha puesto de manifiesto un problema político de gran envergadura. Es cierto que no ha sido el único que ha dado tan insólito salto, pero su alta jerarquía institucional le da una extraordinaria relevancia. Garrido ha puesto en evidencia el fracaso del nuevo Partido Popular. La tesis de Casado –o de José María Aznar--   era la siguiente: tras los resultados del último congreso, que aupó a Casado a la cúpula, los militantes de siempre, los de toda la vida, volverían en masa a la casa grande. Como el turrón El Almendro en Navidad. Pronto se vio que era una previsión sin fundamento. Pasó justamente lo contrario. La aparición fulminante del partido ultra se concretó, al menos en: marcó el discurso de Casado, y la militancia sumergida, la que estaba en casa pepera, empezó a engrosar el partido ultra. Más todavía, cargos institucionales y dirigentes del PP siguieran igualmente esos pasos. Otros, en menor medida, aunque figuras destacadas, hicieron las maletas a casa Rivera. Fracaso sin paliativos de una estrategia diseñada por gentes imprudentes que –para mayor inri--  se pusieron en manos del hombre de las Azores, el hombre a quien no le aguanta la mirada ni Dios.    

Por otra parte, la pintoresca política de fichajes, que ha puesto en marcha el PP, ha generado un profundo malestar en la organización. Se diría que una agrupación de agraviados. Gente variopinta y  pintoresca, que tiene un grave problema con la sintaxis. Por cierto, observen hasta qué punto los medios de comunicación deterioran el lenguaje: fichajes. El transfuguismo se endulza ahora con ese término de uso deportivo. Me permito llamarlo mercenariado. Rivera no quiere ser menos, enviando al desván de los recuerdos sus inocuas políticas de regeneración. 

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