Nota. Publicamos la
intervención de José Luis Atienza en las “Jornadas Diálogo Cataluña –
Andalucía” en la sesión de ayer por la tarde. Atienza es una de las cabezas
visibles del sector Federalista de los Comunes.
José Luis ATIENZA
Son tiempos revueltos, de
revolución del catalanismo del peix al
cove, hemos pasado del pájaro en mano al ciento volando del populismo
unilateral, y del pensamiento neoliberal mesetario al populismo nacional de
extrema derecha. Catalunya-España, vuelven las grandes palabras y los grandes
principios, que siempre anuncian tormenta. Patria, libertad, democracia y
derechos, los unos en digital, los otros en analógico, derecho a la
autodeterminación - derecho a un estado unitario, democracia 1 de Octubre -
democracia 155 vitalicio, más libertad de expresión - más libertad y menos
Estado, la senyera estelada-la bandera con el toro. Saltarse la Constitución
para tener una Catalunya sin España, o tapiarla para conseguir una España sin
autonomías.
El diálogo en la actual
meteorología política y electoral es un objetivo muy difícil. Para darse un
diálogo constructivo sería necesario tener una verdad compartida. Hay
“verdades” entrecomilladas particulares enfrentadas entre sí, que ponen
cualquier verdad en tela de juicio. A la verdad le acostumbra a pasar en
política como a la alegría, que va por barrios, aunque en el conflicto catalán
se le llame relato. Relatos contrapuestos
que confrontan lecturas que se parecen como la noche al día, que han hecho
perder al conjunto de la sociedad catalana y española una parte de las verdades
compartidas que dan cohesión colectiva a una comunidad.
Eso se hace evidente en los
titulares de los periódicos del juicio que, con raras excepciones, son como
partes de guerra de bandos distintos, como propaganda bélica de naciones
enfrentadas, como la pelea a garrotazos de Goya en tipografía. Las verdades no
brillan, están en zona de sombra y se enturbian con la luz del juicio.
Sin embargo a ratos se
transparenta una verdad incómoda. Una
verdad que podría reconciliarnos con una realidad donde todos nos sintamos
vencedores y también vencidos.
No obstante, seamos conscientes,
esa verdad, precisamente por ser pacificadora, no cotiza en bolsa. Vivimos
tiempo en que la prudencia es cobardía y traición, y la imprudencia
patriotismo, banderas en balcones y renta electoral.
El conflicto es el alimento
goloso del voto. Como explicaba Enric Juliana en
Sevilla se ha encontrado un nuevo yacimiento de petróleo electoral, el fracking
de consensos y derechos, de anticonstitucionalismo explícito independentista y
de contrarreforma implícita del bloque nacional de derechas, puesto que sus
autodenominados constitucionalistas quieren atar, amordazar y momificar la
constitución.
La transformación del
bipartidismo imperfecto en pentapartidismo inestable nos instala en el
electoralismo permanente, en el gobierno y en la oposición. Únicamente una
erosión perceptible de las fuerzas políticas que extraen rentas electorales del
conflicto favorecerá el diálogo. Mientras tanto, se trata de mantener nuestros
diálogos Andalucía Catalunya, y viceversa, como puente permanente abierto a la
circulación de las ideas y a la movilización del sentido común. Una
movilización imprescindible en España en general y en Catalunya en particular
porque el conflicto se está llevando por delante el catalanismo transversal que
teñía todo el arco parlamentario y los consensos sociales que nos cohesionaban
como país.
Un amigo tiene un hermano
discapacitado que va a un centro especial, donde una compañera
castellanoparlante que le hablaba siempre en catalán ahora le habla en
castellano. ¿Por qué no me hablas en catalán?, le preguntó. Porque yo no soy
independentista, le respondió.
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