Ayer hablamos de políticos
profesionales y políticos aficionados. Hoy podemos referirnos a jefes de prensa
profesionales y jefes de prensa aficionados. En el cuadro de la política, se
entiende. Vean el caso de este botón de muestra.
El jefe de prensa de Carles
Puigdemont, Joan Maria
Piqué, ha defendido que el
'expresident' puede ser investido telemáticamente porque «hay tanta distancia,
o hasta un poco más, de las Canarias a Madrid, como de Barcelona a Bruselas».
Piqué ha usado una
equivalencia entre el kilometraje de ambos territorios para criticar en una
tertulia nocturna de TV-3 que «a nadie se le ocurre decir que las Canarias están dirigidas
telemáticamente». «Es territorio español, sí. Y desgraciado de
ti que le cuestiones a un canario que eso no es España porque vas a recibir»,
remachó, y agregó que lo que discuten los partidos soberanistas para
desencallar la investidura «es exactamente lo mismo». En Tv3 que, según Ferran Monegal, es «el mejor
canal privado catalán».
Dicho lo dicho por este
Piqué estamos en condiciones de proponer una conclusión provisional: este jefe
de prensa acompaña y representa perfectamente a su jefe. Vamos, que no le
desmerece. Digamos que es la correspondencia a la inane grandeur del hombre de Bruselas. Entendámonos: no es criticable que
Piqué sea un periodista de tendencia: cada cual se gana las algarrobas como
puede y tiene ocasión. Pero en todo caso
este periodista debería ser más precavido ante los terremotos de la fe, según
parece indicar el estatuto deontológico del periodismo. Pero, ciertamente, eso
no le ayudaría a ser jefe de prensa de un organismo tan estrambótico como el
sedicente gobierno catalán en el exilio.
Punto final.-- El inolvidable Carles Navales explicaba
que un antiguo jefe de prensa exigía que las notas de prensa han de ser «breves
y confusas». Este Piqué lo supera. En las tertulias hay que macizamente
estrambótico. Es el estatuto del currinche de tendencia.
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