domingo, 4 de febrero de 2018

Charles Manson y Carles Puigdemont



«Uno ve ciertos componentes de comportamientos de secta en una parte del independentismo porque da la sensación que este hombre  es una especie de Charles Manson y les tiene a todos metidos en una habitación. Y da la sensación que van a un suicidio colectivo, pero lo malo es que están arrastrando con ellos al pueblo catalán y en parte también al pueblo español, que están relegando los problemas reales del país a todas estas historias que no van a ningún sitio» (1). Así se ha expresado Oscar Puente, portavoz del PSOE. Aclaremos nosotros, cuando dice «este hombre» se refiere a Carles Puigdemont.

Son palabras gravísimas, agravadas más, si cabe, porque se han pronunciado oficialmente desde la portavocía del PSOE. Palabras que exigen no sólo la inmediata rectificación sino la dimisión o cese fulminante de tamaño irresponsable. Hasta donde yo recuerde nadie ha hablado de modo tan insensato como lo ha hecho este caballero. Que moralmente queda inhabilitado para seguir ostentando tan delicada responsabilidad.

Nadie podrá decir que mis escritos han justificado o simpatizado con Carles Puigdemont. De igual manera, nadie señalará que de mi pluma hayan salido insultos hacia el hombre de Bruselas. He hecho siempre comentarios ásperos –a veces durísimos—, todo lo más trufados de ironía y otras herramientas retóricas propias de la controversia política. De ahí que esté en condiciones de afirmar que Puente ha roto todos los códigos deontológicos de la pugna entre los partidos.

Entiendo, en todo caso, que peor que un injustificado insulto se trata de un error colosal. Y, peor todavía, son palabras de quien no tiene ni idea de cómo abordar los problemas que ha creado –y sigue en sus trece--  el hombre de Bruselas. La cabeza de Puente es, pues, un berroqueño pedregal, de profundas raíces en el mostrador de la taberna de la esquina. Donde se busca el aplauso de los incondicionales del morapio de garrafón. Ahora bien, no parece que este caballero haya abochornado a su partido, este ni siquiera le ha llamado al orden. Pensarán, así las cosas, que de ese modo se ventilan los problemas que crean los hunos y los hotros.

Hay una antigua biografía del padre del socialismo español: Pablo Iglesias, educador de muchedumbres. Su autor es Juan José Morato. Pues bien, se diría que Oscar Puente es justamente lo contrario: pedagogo de bronquistas carajilleros al por mayor. 





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