Nota.--
En facebook, estridente patio de vecindones, hay de todo. Como en
botica. Destaco por su importancia las crónicas catalanas de Andreu
Claret, uno de los periodistas más lúcidos de la piel de toro. Como muestra ahí
está el botón que hoy publicamos Con cierta frecuencia Claret recibe algún
estúpido cogotazo por parte de los hunos y también de los hotros. El
periodista, con flema británica, o no responde o contesta educadamente. Tiene,
pues, la palabra Andreu Claret.
Mini-Crónicas
catalanas/72
LA HISTORIA SE
REPITE.
No sé si como tragedia o como farsa,
pero se repite. Asombra ver que vivimos episodios que parecen clonados de los
años treinta. Con la misma desconfianza e incomprensión entre Catalunya y el
Estado. Son infinitos los paralelismos entre lo que ocurre hoy y lo que sucedió
hace 80 años. En los hechos y en el comportamiento de sus protagonistas.
Lean: ‘Ha llegado la hora de dar la
batalla y de hacer la revolución. Es probable que Catalunya pierda y que
algunos de nosotros perdamos la vida en ello; pero perdiendo, Catalunya ganará
porqué necesita mártires que le aseguren la victoria definitiva el día de
mañana’. Se lo dice Lluís Companys al político republicano Amadeu Hurtado, el 8
de junio del 34, con motivo de la tramitación de la Ley de Contratos de Cultivo
(a la que se oponía el gobierno de la República). Hurtado lo anota en su
dietario y comenta: ‘Catalunya no ha producido ni puede producir, por ahora,
otro tipo de político que el agitador propenso a la protesta, como el pueblo, y
diestro en aprovechar cualquier motivo sentimental para asustar al adversario
mientras dure la llamarada’.
El diario tiene otros momentos pasmosos.
Como cuando describe una concentración en apoyo a la ley, delante del
Parlament, con emociones y frustraciones idénticos a los actuales. O cuando se
refiere a sucesos de la política catalana de entonces tan surrealistas como los
de ahora. O cuando Hurtado cuenta sus infructuosos viajes a Madrid (también se hospeda
en el Palace!) para defender ante Samper y Alcalá Zamora lo que hoy llamamos la
tercera vía.
Sus reflexiones sobre el desdén de los
políticos catalanes por el populismo fascistizante que recorre Europa
constituyen inquietantes analogías. Y reveladora resulta su distinción entre la
Catalunya rabasaire soliviantada y Barcelona, que está en otra onda. Tremendas
y significativas resultan sus palabras cuando alude a Companys como un político
‘que se anima y desanima, según van las cosas, sin conocer ni entender a fondo
ninguno de los problemas del gobierno, aunque sí sabe captar lo que tienen de
asequible para la multitud’. Y cuando retrata a un Azaña cercano a los
republicanos catalanes mientras los necesita. A lo ZP. Eran otros tiempos, pero
aún así las semejanzas que afloran en el dietario de Hurtado son patéticas.
Como cuando vaticina que una sentencia desfavorable del Tribunal de Garantías
(antecedente del actual Tribunal Constitucional) ‘nos partiría por la mitad’.
Como ahora. Igual.
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