Comparto lo que, a vuela pluma y
con carácter de urgencia, decía ayer Isidor Boix
en su blog: http://iboix.blogspot.com.es/2017/10/recientementeme-he-pronunciado-en.html. Su propuesta tiene un defecto:
es racional y llama a buscar una solución, salir de la estrategia de la
tensión. Es inteligente y útil. Los romanos y los cartagineses quieren seguir
en su reyerta hasta que no quede un alma en el campo de batalla. Eso es lo que
se desprende de las declaraciones de ayer por la noche de Rajoy y Puigdemont. El huno y el
hotro: «Más madera». Lo que provoca esta hipótesis: a los dos le conviene la
estrategia de la tensión. O lo que es lo mismo: esto ya no va de política, sino
(con perdón) ¡por mis santos cojones!
La declaración de la huelga
general fue declarada por la CUP en el mitin de clausura del independentismo,
en el mismo acto donde se pronunció aquello de «Roma no paga traidores». Un
completo sin sentido. Lo que es peor que afirmar que es un error. Un sin
sentido porque esa épica no se orienta a solucionar un problema sino a
envenenarlo todavía más. A darle mayor carga eléctrica. Que esa huelga proclamada
no va exactamente contra la injustificada, torpe e inútil actuación de las
fuerzas policiales lo demuestra el hecho de que fue convocada, como se ha
dicho, dos días antes del 1 de Octubre. De donde se puede inferir lógicamente
que su convocatoria estaba pensada para impedir que Puigdemont y sus heraldos dieran marcha atrás. Para que mantuvieran su mantenella y no enmendalla.
Menos mal que nos queda la CS. de
Comisiones Obreras y su resolución de ayer por la tarde, que sensatamente
exige: «Instamos a encauzar la situación a escenarios de diálogo entre partidos
y Gobiernos, negociación, deliberación y democracia son la vía. Habiéndose
cumplido los peores augurios volvemos a reiterar el llamamiento a quienes
tienen las máximas responsabilidades en ambos lados del conflicto a que
desistan de adoptar nuevas medidas que puedan agudizar la confrontación.
Hacemos un nuevo llamamiento a sustituir la estrategia de la tensión y el
enfrentamiento por la del diálogo y la negociación.» (1). En resumidas cuentas: diálogo y negociación. Lo que equivale a una desautorización implícita tanto de la convocatoria de una huelga general como de la declaración unilateral de independencia. Así de claro.
Digamos las cosas con claridad:
sólo la Unión Europea puede forzar una negociación entre Rajoy y el govern de
Catalunya. Sabemos de muy buena tinta que Alain
Minc estaba trabajando en una posición conjunta de los gobiernos alemán
y francés. El hombre de Pontevedra respondió que nanay. Y como aquellos
atolondrados de moqueta parece que, metafóricamente, respondió con el castizo
dicho de dejadme solo. Muy mala
señal.
El problema está en que cuanto
más tarde la Unión Europea en forzar esa situación, la salida será más
complicada.
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