sábado, 10 de julio de 2021

Las camarillas del Partido Popular

Isabel Díaz Ayuso ha puesto una pica en su Flandes particular. Su entrevista, ayer, con Pedro Sánchez ha sido, en mi opinión, sólo un retorcido instrumento pro domo sua. Ha sido un encuentro pintoresco, cuyas consecuencias son, grosso modo, las siguientes: consolidar la figura de Ayuso en el teatrillo político, mantener la tensión por el reparto de la túnica sagrada en el interior del Partido Popular y hacer visible su competencia con Pablo Casado desde el salón de conferencias del palacio de La Moncloa, todo un simbolismo.  Casado sale debilitado tras esa reunión. 

Esta es una disputa sorda –más bien entre bastidores, pero con los suficientes indicios para sacar unas conclusiones aproximadas— que, en el terreno político, se concretan en: el marchamo ideológico está en manos de Ayuso frente a un indeciso Casado que brinca entre la ´derechita cobarde´ y los exabruptos de Vox; de un Casado que no acaba de abandonar el Aranzadi, leído con ojos pitañosos.

Ayuso, sin embargo, es clara como el agua clara, infantilmente rotunda a la búsqueda de las siete llaves del sepulcro del Cid Campeador. «España, una grande y libre» como lema; es la voz genuina de esos brotes antidemocráticos, de esas zonas de anomia social, de esas élites de la economía, sector farfolla, preocupadas por el nuevo ciclo de derechos sociales y de ciudadanía que se ha abierto en nuestro país; de esa alta mesocracia, de momento madrileña. Es esa no irrelevante cáfila enfrentada ´teológicamente´ a Pedro Sánchez como almirante y Yolanda Díaz, con el timón en la mano, hija y nieta de rojos, forjada en los sueños de gentes como Rafael Pillado, Manolo Amor Deus, Suso Díaz y el inolvidable Geluco Guerreiro.  Todos ellos del comunismo de los sueños, no del de las pesadillas.

Chocante partido este de Ayuso y Casado. Es posible que tenga un ala moderada, pero como Nicodemo actúa, embozada, durante la noche. Aquí la disputa entre Ayuso y Casado versa sobre quién es más atolondrado. En suma, quién gana el escapulario mayor de la Adoración Nocturna.  Habrá pelea: cada cual dispondrá de los duendes de su camarilla. 

 

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