En
un principio fue comisiones obreras. Una partida de nacimiento donde no consta
la fecha exacta de su nacimiento, porque fueron muchos los focos que las alumbraron.
En todo caso, la aproximación que hace con frecuencia el periodista Enric Juliana es un acierto: «Comisiones
Obreras es hija del Plan de Estabilización». Es algo más que una
metáfora; es precisión histórica.
Pues
bien, el día 12 de este mes se va a celebrar un debate sobre Comisiones Obreras.
Intervendrán el sindicalista Isidor Boix y el
citado Enric Juliana. Moderará la politóloga Paola Lo
Cascio. Quien lo desee podrá seguirlo en la red. No arriesgo nada si
anticipo que tendrá un considerable interés: de una parte, porque Boix no
defrauda nunca, siempre es capaz de sorprender y dar que pensar; de otra parte,
la mirada de Juliana, no siendo exactamente interna,
sí ha estado siempre lo suficientemente cerca de Comisiones para saber de qué
se está hablando. No me será posible seguir el debate en directo por motivos personales
que no vienen al caso. De ahí que me permita hablar ex ante del acontecimiento.
Primero.
Afortunadamente existe una amplia literatura historiográfica de Comisiones,
incluidas las monografías sectoriales y territoriales, además de un buen
plantel de testimonios biográficos de dirigentes sindicales. Por lo general es
un excelente material de la biografía del sindicato y, en su caso, de la de
algunos líderes.
Segundo.
De manera que, con ser importante, lo que se ha escrito y las fuentes orales
existentes, tengo para mí que a todo ese vasto acervo le falta algo de la mayor
consideración, a saber, la relación entre la acción colectiva en todas sus
expresiones de movilización, las conquistas sociales que se han derivado de
todo ello y el uso social de dichas conquistas. Hablando en plata: de la
utilidad de Comisiones Obreras, a lo largo de toda su biografía, y de todas sus
estructuras con relación al conjunto asalariado. Cierto, siempre se han
celebrado los cantares de gesta y, ciertamente, se ha hablado mucho y bien de
la aportación de CC.OO. a la consecución de la democracia, primero, y a su
consolidación, después. Pero es raro, rarísimo, que se haya hablado o escrito,
si quiera someramente, en lo concreto y con los correspondientes ejemplos
pedagójicos, del vínculo inescindible entre nuestra práctica sindical y los avances
sociales.
Sin
duda es necesario rellenar ese vacío. Y, tengo para mí, que o sea hace desde
una visión multidisciplinar (historiadores, economistas, sociólogos y
iuslaboralistas) o nos quedamos con las lagunas que seguimos teniendo en
nuestra importante biografía.
Tercero.
Lo que estoy proponiendo –de hecho lo vengo haciendo desde hace varios
quinquenios—puede tener mejor acomodo en esta nueva fase en la que ha entrado
el sindicato: el pacífico abordaje --¡ya era hora!-- de tantas mujeres en los altos puestos de
dirección del sindicalismo. Las mujeres siempre han ido más al grano y a la
verificación de lo que hacen. Ahora, tras el reciento acuerdo sobre las pensiones, es el momento de inaugurar esa nueva práctica.
(Me
disculpo por la anticipación de anunciar el debate con tanta antelación. El caso es que
–torpe de mí-- tenía en la cabeza que
era para mañana, lunes. Pues no. Es el otro lunes, día 12. Perdonen, pero a
veces tengo la cabeza en otro sitio).
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