Vuelve
a redoblar el tambor de granaderos pero ahora, asténico, no inquieta a nadie.
Setenta y tres mandos militares retirados, sólo del Ejército de Tierra, han
dirigido una carta al Rey. Todos ellos son de la promoción del 64, en plena
dictadura franquista. La misiva es poco original aunque contiene una novedad.
La
vulgaridad es la acusación al Gobierno de «amenazar la unidad nacional». No importa
que ese mantra se venga repitiendo desde los tiempos de Indíbil y Mandonio y, hasta la
presente, sea sólo un asustaviejas*. Tal dicho siempre tiene una (relativa)
capacidad de reenganche para paisanos y militares. Sin embargo, las capas
tectónicas se niegan a seguir esos augurios.
La
novedad es la asunción descarada que los ex militares hacen del discurso de Vox: «Gobierno social—comunista, apoyado por
filoetarras e independentistas». No es
que sean incapaces de enhebrar otra sintaxis, es que quieren dejar clara su
adhesión explícita a Vox. De manera que el tambor de granaderos no está con Pablo Casado. Lo que, por
elevación del tiro, es un feo en toda la regla a José María Aznar.
El
tambor de granaderos --«el Alcázar no se rinde»-- quiere potenciar a los de Abascal porque, a
mi entender, no se fía de los vaivenes de los de Casado. De este político que
va del caño al coro y del coro al caño. O sea, esta actitud es una de las expresiones
de la falta de autoridad de una derecha que, simultáneamente, es vista como
«cobarde» e impotente.
No
es irrelevante esta toma de posición, que se une a la de hace unos días de jefes
jubilados del Ejército del Aire. Con todo, indica que unos y otros están
desubicados de los cambios que se han dado en la sociedad española y auto marginados
de la cultura militar de países de democracia madura. Incontinenti lo ha dejado
claro el Foro Milicia y Democracia: esa actitud de
los altos mandos «sería impensable en Francia, Reino Unido o Alemania». Las
cosas claras: las cabezas de esos militares solo sirven para lucir
aparentemente el quepis, para pensar ya tienen a los escribidores de Vox. Vale.
·
La Docta no recoge en su monumental
diccionario la palabra asustaviejas,
que lleva siglos utilizándose por académicos, peones camineros y defensas
laterales derechos. En cambio, en su última bendición de palabras ha admitido
la voz finde. Summa estultitia.
Post
scriptum.--- Don Venancio Sacristán enseñaba:
«Lo primero es antes».
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