miércoles, 11 de noviembre de 2020

Meditaciones desde mi ambulancia (2)


 

Segundo día de tratamiento. Viene la ambulancia a casa a las siete de la mañana en punto con una jovencísima conductora. Sólo voy yo; de vuelta a casa a las 10 y media con una joven de Calella de Pacofrutos. Cuarenta kilómetros de ida, cuarenta de vuelta. Me dice Amadeu Gallart: « Si le sirve, no de consuelo pero de sí de linimento, piense que la ciudadanía de lugares com la Seu d’Urgell, para hacer estos tratamientos ha de realizar 280 km. diarios. Bien, este no es el tema, lo importante es su salud, que conociendo su beligerancia, defenderá con los máximos arrestos … Normalmente el tratamiento se hace en Lleida. Algunas quimios se pueden hacer en la Seu. Nuestra reivindicación secular, como otras tantas,  es hacerlos en el hospital de Andorra, quimios y radios, cosa que sería unos 40 diarios, cómo ud. Pero aquí hace falta que se pongan de acuerdo Andorra, Barcelona y Madrid,  y con las historias de los últimos años, no hay manera, a pesar de que el actual embajador,  Àngel Ros, está por la labor». Mirando el cielo azul de hoy –al fondo lo que queda del castillo de Burriac— me siento un privilegiado con relación a los paisanos de Gallart. Y me digo: somos iguales ante la ley y, sin embargo, desiguales ante el acceso real a no pocos bienes del welfare. La relación Andorra, Madrid y Barcelona, al menos en este caso, no es eficaz.  Árreglese, pues, el problema. ¡Ya, porque lo primero es antes!

 

1.---  A la altura de Vilassar Dernestlluch. Me pongo a considerar el contagio que los independentistas han endilgado al Partido Popular.  Primero fueron las derechas del hombre de Waterloo las que intentaron internacionalizar el «conflicto catalán», vale decir, el litigio de una parte de Cataluña contra la otra parte. Aquello acabó siendo un azucarillo en un vaso de agua. Algunos hasta se inventaron aliados fantasiosos: primero con Israel; después con el mismísimo Putin. Gabinas de cochero, que dirían en el barrio granadino del Realejo.

Ahora, Pablo Casado ensaya el método de Waterloo: va al estanco de la calle Génova, compra papel de instancia y los sellos pertinentes y envía su denuncia a la Unión Europea. Un cambio de estilo: deja, por el momento, el tono incendiario de los asuntos domésticos para entonar el gori gori contra Pedro Sánchez en el patio de vecinos europeo. Mientras se está pendiente de los fondos europeos contra la pandemia.

Estamos a punto de pasar por Premià Degutiérrezdíaz. Cuando acabe el tratamiento me pondré a leer la biografía de El Guti, de Txema Castiella.

Es la hora de beberse medio litro de agua: los cataplines deben estar a rebosar para que –me dicen los que me tratan--  la radioterapia tenga más ´puntería´ o algo por el estilo.

 

2.--- Vuelta a casa. La ambulancia está puntual a la hora convenida para salir pitando para Pineda de Marx. Me acuerdo de los pacientes de La Seu.

Dejamos atrás la Badalona de Manuelmorenomauricio.

La Arrimadas presume de tener una visión de Estado. Todavía es un quiero-y-no-puedo. «Política de Estado» es, en su caso, un significante cretino. Su partido, Ciudadanos, ha pasado de ser  un becariado de jabalí a una extraña melaza todavía por definir: calisay con gaseosa.  Ha dejado atrás el eterno niet de aquel Gromyko a la versatilidad de la rosa de Alejandría: blanca de noche, rosa de día. O al revés.

Afirma Arrimadas que o el Gobierno retira lo de la supresión del castellano como lengua vehicular o no apoya los Presupuestos. Un extraño do ut des, aunque esto que digo pueda escandalizar  a los romanos y a los cartagineses. Y yo me pregunto: ¿qué tiene que ver lo uno con lo otro? Alguien dirá misteriosamente que ´todo está relacionado´. Lo sé, pero ---seamos claros--  ¿qué tiene que ver el culo con las témporas?

Mañana será otro día; ya falta menos.

 

Post scriptum.--- «Lo primero es antes», enseñaba don Venancio Sacristán.

 

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