A
la altura de Arenys d´Espriu recibo un guasap de
una amistad tártara: por lo que se ve hay quien madruga más que yo, que me veo
forzado a ello por las circunstancias. Son las 7`30 de la mañana, es mi tercer
viaje al Hospital. El texto del mensaje es escueto: «Un año de gobierno
progresista». Doce meses intentando abrir un nuevo curso político y un ciclo de
derechos sociales, dentro y fuera del ecocentro de trabajo. Un año de ensayo de
gobiernos de coalición. Doce meses de ensayos de la socialdemocracia a jugar su
papel y de intentos de la nueva izquierda de aprender las técnicas de gobierno.
Un año en el que el radiofonista Carlos Herrera sigue sin exilarse a Somalia: había prometido
hacerlo si se formaba un gobierno PSOE – Unidas Podemos.
Que
las derechas carpetovetónicas y las de Waterloo le hayan hecho la vida imposible
al Gobierno entra dentro de los códigos de la política. Pero que el Jarrón Chino,
no solo haya estorbado sino que además militara tenazmente contra sus
herederos, raya en la grotesquez. Felipe González –«après moi le déluge»-- le dijo a quienes quisieran oírlo que el
gobierno de Sánchez no duraría. En concreto, la crisis de gobernanza que auguró
no se ha producido ni por el forro. Increíble que el viejo galápago viajara en
la misma furgoneta que las derechas de secano, orinal y barretina. En todo
caso, desbaratar su propia biografía no deja de ser chocante.
Estamos
a la altura del Mataró de Joanpeiró. Las derechas de barretina –esto es, Waterloo
y sus franquicias-- nos han deparado una
sorpresa: Carles Puigdemont
no se presenta como candidato a la presidencia de la Generalitat, así que no
encabezará la lista de Barcelona; irá en un quinto o sexto lugar. ¿Chocante? No, tiene su lógica. La explicación podría ser
esta: comoquiera que suena con insistencia que Esquerra Republicana de Catalunya puede ganar
las elecciones, no quiere verse humillado al ver que el joven Pere Aragonès le puede levantar
el gallo.
En
todo caso, este es un mal momento para los dos partidos que parece que
gobiernan en Cataluña. Waterloo y ERC son corresponsables de uno de los casos
más chuscos de la inepcia política de todos los tiempos. El govern dice que
dará una ayuda a los autónomos de 2.000 euros. Lo anuncia diciendo que para tal
fin ha dispuesto de un montante de 20 millones. Pero nadie advierte a Aragonès
que los que, según las normas de esas ayudas, los beneficiados son unos
120.000. Ni siquiera saben hacer las cuentas de la vieja. El asunto se complica
cuando se anuncia que los beneficiarios deben apuntarse en la web ad hoc. Es entonces
cuando la página queda bloqueada porque, naturalmente, ha sido invadida
por miles y miles de peticionarios. El responsable de este desaguisado es
el Consejero que se ha encargado de construir una NASA catalana. Brusco cambio,
a raíz de ello: sólo y solamente los primeros diez mil que lo soliciten podrán
percibir dichas ayudas. Es la lotería, la rifa institucional. ERC y Waterloo,
que se tiran los trastos a la cabeza de este quilombo, son corresponsables. La
NASA catalaneta tendrá que esperar a que la construyan manos más duchas. Ni con
Esquerra ni con Waterloo tienen mis penas remedio.
Y
dándole vueltas al asunto me percibo que estamos en las puertas de Badalona de Manuelmorenomauricio. Entro en el
Hospital, me dan el tratamiento –diez minutos de radio— y por el mismo camino,
junto a otros dos pacientes más también de Pineda de Marx, el conductor de la
ambulancia me trae a casa. Hay un poquito de café que me está esperando.
Ya
queda menos. Solo 36 sesiones: pan comido.
Post scriptum.--- Los que diseñaron el aguinaldo de los 2.000 euros para los autónomos no han oído que «Lo primero es antes», según enseñaba don Venancio Sacristán.
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