miércoles, 27 de mayo de 2020

La reaparición de Carles Puigdemont


En el palacete de Waterloo los nervios estaban a punto de estallar: la sombra de su aparente titular, Carles Puigdemont, se iba disolviendo como un azucarillo en al agua. Algunos de los palafreneros intentaban ocultar su inquietud porque nadie –vicario, correveidile o paniaguado de la plaza de Sant Jaume--  requería para uno u otros asuntos al hombre de Waterloo. Y lo peor de todo: el Parlament de Catalunya se aviene a censurar al viejo partido del Patriarca como corrupto, amén de exigirle que devuelva el dinero robado, y nadie de los herederos de aquella partida ha llamado a Waterloo en demanda de socorro.

Laura Borrás, primera dama del PDeCAT en Madrid, entiende el mensaje que viene de allende los Pirineos. Ella está también en coplas judiciales. Laura Dedos Ligeros sabe que es necesario que el calamar suelte toda su tinta como elemento de distracción. Y es cuando se organiza la gran boutade: el grupo parlamentario de los post  post post convergentes propone que Carles Puigemont forme parte, en su calidad de reputado experto –no importa en qué--   en la comisión parlamentaria del Congreso de los Diputados.

Como mínimo estos son los motivos de tan chocante planteamiento: 1) sacar a Puigdemont del ostracismo en que se encuentra, 2) tapar los ecos de la corrupción de Convergéncia que ha vuelto a sancionar la justicia, y 3) sabedores de que nadie aceptará a Puigdemont como experto de esa manera tendremos un nuevo agravio acumulado. Nuevamente un agravio caballuno pues las tietes y los tiets de Cataluña dan por sentado que el hombre de Waterloo es un experto en todo en general y en coronavirus en particular.  

P/S.--- Curiosidades blogísticas: El desierto de los tártaros.  


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