Mi
viejo amigo Daniel Martín tiene en su cabeza
todas las técnicas de la albañilería civil. El que fuera consumado alarife, ya
jubilado, es una persona activísima en las llamadas redes sociales. Hace unos
días Daniel nos alertaba de que amplios sectores ciudadanos se estaban comportando
de manera imprudente. Me corroboraba lo mismo que yo estaba observando. Diré
más, cada día que pasa veo que esa manga ancha se va ampliando y, en estos
últimos días, se ha pasado de la relajación a la imprudencia. Más todavía del
acojonamiento de las primeras semanas (no confundir miedo con prudencia) se ha
pasado a una alegría irresponsable.
Me
he quedado impresionado por las imágenes televisivas de mucha gente aglomerada
en paseos y playas de la geografía española. Pero más indignación he acumulado
cuando, de las siete a las ocho de la tarde, la hora de los viejos paseantes,
he visto tres cuartos de lo mismo: gentes en grupos sin respetar las
distancias, personas jóvenes haciendo ejercicios a esa hora ´de los viejos´,
bañistas de barrigones cerveceros y, molestando a Dios y su madre, un pelotón
de patinetes, patines y bicicletas. O sea, todo el ejército de termitas de
cuando los tiempos eran normales.
Cabe
suponer que todo ese personal es gente que ha sido avisada. De esas que
estadísticamente cuentan entre los que consumen de cinco a seis horas diarias
de televisión. Personas en cuyas cabezas son más familiares las caras de Belén
Esteban que la de sus hijos. Ahora bien, que hayan sido avisadas no quiere
decir necesariamente que sea gente informada. Con todo, podría decirse que
entiende el mensaje de las autoridades y de los expertos, pero exactamente ¿qué
les lleva a olvidarse de las normas
que dictan las autoridades? Decir que son irresponsables –no pocos de ellos lo
son, ciertamente-- es demasiado sencillo.
Alguna explicación debe haber sobre ese particular.
Josep Ramoneda,
el príncipe de los filósofos, prefiere mirar las cosas desde otro ángulo (1). El
problema está en que «no deja de ser irritante que cada día los ciudadanos
tengan que estar pendientes de un montón de páginas del BOE que definen
milimétricamente qué podemos y qué no podemos hacer». Excelsa filosofía. Lo de
´milimétricamente´ se refiere a los dos metros de distancia, que según Ramoneda
es una collonada o delirio adeministrativo. Excelsa filosofía de mercadillo que,
cuando no dice nada, ni pretende decir nada aconsejable, es preferible seguir
las orientaciones de don Fernando Simón.
1) Liberar a la
ciudadanía Josep Ramoneda. El País
21.05.20
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