Importantes
barones del PSOE, en su calidad de presidentes de comunidades autónomas, dan su
opinión –generalmente crítica-- sobre la
política de alianzas del gobierno progresista de coalición. Son los
de siempre. Nada que objetar, este es un país libre. Sin embargo, si algún miembro
del gobierno –o el mismísimo presidente--
hiciese lo mismo, esto es, qué tipo de gobierno es de desear en tal o
cual comunidad, le caerían los chuzos de punta. Serían violentamente motejados
de intrusión. Con lo que las comunidades autónomas se han convertido en un
tabardillo cuyos aguijones tienen barra libre pero que, a su vez, no pueden
verse observados por nadie desde fuera. Se están convirtiendo en una máquina de
amenazas –en unos casos inamistosas, en otros de áspera hostilidad-- contra no sólo el Gobierno central sino
incluso contra el Estado. Ignorando que ellas mismas sin también Estado.
Las
comunidades autónomas, así las cosas, se están convirtiendo en un conjunto de
retales diversos y dispersos que, adrede o no, están provocando la caquexia del
Estado.
¿Nombres
de esos barones? El castellano manchego, el aragonés y, de cuando en vez, el
extremeño. Que ahora vuelven a poner su pica en salva sea la parte de Pedro Sánchez. Exigiéndole
que la política de alianzas sea con Ciudadanos. Lo que en realidad se quiere decir es: «Rompe ya
con Podemos, leche, mira que te la liamos». Barones levantiscos, que ni
siquiera han percibido algo nuevo: el hilo entre la «división
Yolanda» y Nadia Calviño, la Enviada de
Bruselas en Madrid.
Barones
con espíritu de gobernar merinazgos compitiendo con los hunos y los hotros
quién es el dueño de las siete llaves del sepulcro del Cid.
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