domingo, 24 de mayo de 2020

Así habló Yolanda Díaz




«Los dogmas y apriorismos económicos se han truncado (…). La gravedad de la crisis ha cambiado a todos». Posiblemente es el discurso más importante en lo que llevamos de año. Yolanda Díaz, de la escuela de esa izquierda que quiere construir futuros lo menos imperfectos posibles. Es un mensaje que tiene mucha miga. Y, que en mi opinión, se dirige a quienes están empeñados en sacar a este país de la brutal crisis en la que estamos. Es, sobre todo, una llamada de atención a cómo enfocar en lo concreto los grandes asuntos que están pendientes: el Pacto por la Reconstrucción y todo el importante itinerario de la agenda social. Yolanda Díaz viene a decirnos que, como todo está patas arriba, se hace necesario mirar de otra manera, huir de las rutinas de antaño.  

Entre paréntesis: está claro que la Ministra no incluye en ese genérico todos a las derechas del desasosiego y la subversión, sean éstas carpetovetónicas o independentistas; las mesnadas de «Santiago y cierra España» y los boixos nois de Waterloo no se sienten concernidas. Lo suyo es la subversión; su instrumento es la tenaza. Cerramos el paréntesis.

Se ha dicho con razón que «en el equipo titular hay ciertamente virtuosos y tuercebotas, pero todos ellos están ahí, y quien gana o pierde la competición no son ni las individualidades ni las distintas partes componentes. Gana o pierde el equipo, el bloque, y la primera condición para la victoria es la de juntar las líneas». Muy de acuerdo. Pero en esta ocasión –y sólo ahora--  me permito esta penúltima licencia: no hablaré de los tuercebotas, pero a cambio aplaudo a dos mujeres –dos ministras de tradiciones diversas— que son  la ya mencionada Yolanda Díaz y Nadia Calviño. La primera que tiene la tarea de reorientar el desperfecto de los tuercebotas (esta será la última vez) en la última sesión del Congreso de los Diputados; la segunda que tiene la difícil brega de nuestros intereses en Bruselas. Yolanda que tiene en la mente un trabajo de Hércules: dirigir el proceso conducente a un nuevo Estatuto de los Trabajadores. Nadia que, en palabras de Lluis Rabell, «quizá encarne el alma social—liberal del gobierno.  Pero nadie sabe mejor que ella cómo se las gasta la nomenclatura de Bruselas» (1).  Otro paréntesis: me hago cruces con el despilfarro con que los Comunes han tratado a Rabell. Por lo que se ve la lucidez ciega los ojos de no pocos mediocres. Cierro el paréntesis.

En resumidas cuentas, entiendo que las palabras de Yolanda Díaz son una sintética declaración de intenciones. Sugiero que sus colegas de gobierno no se lo tomen a mal.  


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