1.---
En el verano de 1995, en puertas del Sexto Congreso de CC.OO. de Catalunya
publiqué un largo trabajo que llamé El contrato moral
en Comisiones Obreras (1). Se
trataba de «un contrato (mutuo, claro
está) de los trabajadores-entre-sí con el sindicato; moral, como expresión de
generar una nueva
costumbre, esto es, una
relación distinta de los trabajadores-entre-sí con el sujeto sindicato. Por trabajadores-entre-sí entiendo la
unidad social que expresa esa fuerza colectiva, ese valor del hecho de estar
organizados; de estar organizados "entre-si" como expresión de
solidaridad fuerte, con el ánimo de organizar importantes momentos de identidad colectiva.
Las líneas que vienen a continuación intentan
recuperar el espíritu de dicho trabajo y su interés en estos complicados
tiempos de crisis sanitaria, económica y social que van a dejar una huella de
mucha envergadura. De ahí que retome la idea de un «contrato moral» en
Comisiones Obreras, que partiría del pilar que dejó sentado en su día aquel
legendario sindicalista italiano que fue Vittorio Foa: «para
que los trabajadores tengan confianza en el sindicato, el sindicato debe tener
confianza en los trabajadores».
2.--- Estos
son tiempos ásperos. Y probablemente estamos en puertas de mayores asperezas y
dificultades. El sindicato está dando el callo en la defensa de la condición
asalariada, tutelando a los trabajadores en todos los aspectos de la lucha
contra el coronavirus y negociando con sus contrapartes la defensa del empleo y
el ejercicio de los derechos laborales. Pero la fuerza estable del sindicato,
esto es, la afiliación, está muy por debajo de las necesidades sindicales para una
mejor defensa de los intereses de los
asalariados. Cosa que, todavía se pondrá más de manifiesto, cuando se empiece la
compleja tarea de la reconstrucción económica. De ahí que necesariamente tengamos
que abordar la cuestión por partida doble: de un lado, mantener los actuales
niveles de afiliación; y, de otro lado, resituar el trabajo de captar más y más
y más afiliación.
3.--- El
contrato moral, aquí y ahora, sería el siguiente: para que la fuerza colectiva
de los asalariados, organizada en el sindicato, pueda ser eficaz en estos
tiempos tan difíciles es preciso que aumente considerablemente la afiliación. Ser
más fuertes no es una cuestión administrativa, sino de utilidad y eficiencia. Salvando
las distancias –han pasado 25 años de aquel escrito-- entiendo que aquel trabajo propone pistas que
podrían ser útiles en estos tiempos. Ahí lo tienes.
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