«A
mí no me borbonea nadie», era una frase recurrente de Miguel Primo de Rivera, el Espadón de Jerez de
la Frontera. El dictador aludía a la práctica reiterada de Alfonso XIII de meterse
donde constitucionalmente no le correspondía. El borboneo fue una lacra de la
vida política española que trajo tragedias para el país como el Desastre de
Annual y otras. Es una lástima que los venerables señores de la Docta no hayan
considerado elevar borboneo a categoría de palabra académica. Aún estamos a
tiempo para que figure en el DRAE.
1.-- Poco acertado ha estado Iglesias cuando ha
pedido al sexto Felipe que «medie» cerca de Pedro Sánchez en la dirección de un
gobierno de concentración. A decir verdad, el dirigente podemita repetía lo
que, horas antes, había formulado Aitor Esteban (PNV) en la misma dirección. La
cosa se presta a chascarrillo: un republicano y un nacionalista esperan que el
Rey solucione el problema. Pero como diría un castizo lo que no puede ser no puede
ser y además es imposible.
Imposible
porque, a juicio de no pocos constitucionalistas,
el Rey no está autorizado a «mediar» en esos menesteres. Más todavía, porque
todavía está fresca la memoria de los estragos del borboneo del decimotercer
Alfonso. Pedir al rey que meta mano en ese asunto podría abrir un precedente e
incluso la reaparición de un estilo (estilo viene de estilete) marrulleramente
anticonstitucional. Con una diferencia: a Alfonso Trece nadie le pidió que
borbonease; al sexto Felipe se lo han pedido, hace tiempo, Alberto Rivera,
pollavieja diplomado, y ayer mismo un bilbaíno y uno de Vallecas. Y eso crea
un precedente.
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