sábado, 28 de septiembre de 2019

Parlament y declive industrial de Cataluña




Las diversas escuderías parlamentarias han vuelto a confundir el culo de la política con las témporas de la propaganda. Esa barahúnda les ha llevado a llamarse los unos a los otros con desigual acierto mil perrerías. Las diversas escuderías han hecho de ese desconcierto su forma de ser  (modus essendi) y su profesión (modus vivendi). Ahora bien, la palma se la lleva el empecinamiento de las cofradías independentistas, que entiende que «la merda de la montanya no fa pudor».

Bronca en el Parlament, decenas de miles de jóvenes catalanes se manifiestan junto a millones de colegas de todo el mundo contra el cambio climático. Broncas en el Parlament, mientras que el producto industrial bruto catalán lleva tres trimestres consecutivos con caídas sucesivas. Broncas en el Parlament simultáneamente a que, entre enero y agosto de hogaño, se han producido miles  de despidos: un 89 por ciento más que en aquel fatídico 2008. Las diversas escuderías parlamentarias están disfrutando de los regüeldos que se dirigen mutuamente. Competición de escupitajos.

General Cable, Bimbo, Amplifón, TE Connectivy, Zurich más 104 procedimientos de extinción de empleo en lo que va de año. Son nombres y situaciones que aparecen como exóticos a las diversas escuderías parlamentarias.

Hace tiempo, tal vez en un descuido  del inquilino de Waterloo, se firmó el Pacto por la Industria. Fue llamado pomposamente «Nacional», una manera de no decir autárquico. Fue un pacto de campanario. Un parche de Sor Virginia. Sus resultados están a la vista. Ni siquiera ha concitado una humilde verificación. Tal vez siguiendo el viejo dicho: lo que tu mano derecha firme que no lo controle tu mano izquierda.

Aviso solemne. Mientras el Parlament se instala en el quilombo, hay quien prepara a la chita callando la llamada Ley Aragonés. Su objetivo es poner patas arriba los servicios públicos.  Recuerden: el conseller Santi Vila, ahora en las filas de los arrepentidos, manifestó desparpajadamente que habían utilizado a los sindicatos con el procés como tapadera de los recortes y ataques a los servicios públicos. Ojo, pues, con esa Ley Aragonés, el Enviado de Junqueras en la Tierra.



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