Las
diversas escuderías parlamentarias han vuelto a confundir el culo de la
política con las témporas de la propaganda. Esa barahúnda les ha llevado a
llamarse los unos a los otros con desigual acierto mil perrerías. Las diversas
escuderías han hecho de ese desconcierto su forma de ser (modus essendi) y su profesión (modus
vivendi). Ahora bien, la palma se la lleva el empecinamiento de las cofradías
independentistas, que entiende que «la merda de la montanya no fa pudor».
Bronca
en el Parlament, decenas de miles de jóvenes catalanes se manifiestan junto a
millones de colegas de todo el mundo contra el cambio climático. Broncas en el
Parlament, mientras que el producto industrial bruto catalán lleva tres
trimestres consecutivos con caídas sucesivas. Broncas en el Parlament
simultáneamente a que, entre enero y agosto de hogaño, se han producido miles de despidos: un 89 por ciento más que en aquel
fatídico 2008. Las diversas escuderías parlamentarias están disfrutando de los
regüeldos que se dirigen mutuamente. Competición de escupitajos.
General
Cable, Bimbo, Amplifón, TE Connectivy, Zurich más 104 procedimientos de
extinción de empleo en lo que va de año. Son nombres y situaciones que aparecen
como exóticos a las diversas escuderías parlamentarias.
Hace
tiempo, tal vez en un descuido del
inquilino de Waterloo, se firmó el Pacto por la Industria. Fue llamado
pomposamente «Nacional», una manera de no decir autárquico. Fue un pacto de
campanario. Un parche de Sor Virginia. Sus resultados están a la vista. Ni
siquiera ha concitado una humilde verificación. Tal vez siguiendo el viejo
dicho: lo que tu mano derecha firme que no lo controle tu mano izquierda.
Aviso
solemne. Mientras el Parlament se instala en el quilombo, hay quien prepara a
la chita callando la llamada Ley
Aragonés. Su objetivo es poner patas arriba los servicios públicos. Recuerden: el conseller Santi Vila, ahora en las
filas de los arrepentidos, manifestó desparpajadamente que habían utilizado a
los sindicatos con el procés como
tapadera de los recortes y ataques a los servicios públicos. Ojo, pues, con esa
Ley Aragonés, el Enviado de Junqueras
en la Tierra.
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