En
la pila bautismal del independentismo se ha cristianado a otra criatura. El neo
nato se llama Sunami
Democràtic y es, naturalmente, unitario: tan unitario como el
interminable elenco de asociaciones similares que pululan en el archipiélago
del secesionismo catalán. Pomposo nombre este de Sunami Democràtic. Pero
realmente preocupante porque indica destrucción y muerte. Poca vista han tenido
los padres fundadores de la criatura, cuyos nombres no figuran en la partida de
nacimiento. Ni el lugar de nacimiento: no sabemos si en la terra alta o en la terra baixa. Algo insólito que da a
entender que sería una organización carbonaria.
Su
cometido es poco original: promover amplias movilizaciones contra el Estado
español y sus islas adyacentes. Lo mismo que el resto del asociacionismo. Pero
caemos en la cuenta que la novedad de
este nacimiento es que las otras asociaciones han fracasado en su empeño. Hasta
ahora solo han provocado marejadas; la nueva se propone la intemerata. De ahí su nombre.
Poco
ha faltado para que las diversas hermandades políticas independentistas se
sumen a la iniciativa. Desde Waterloo y su vicario hasta representantes
conspicuos de todo lo políticamente declarado como secesionismo. En todo caso
la súbita aparición de este Tsunami podría ser el resultado de un apaño
político entre las diversas congregaciones independentistas que recelan del
espontaneísmo anarquizante de la Assemblea Nacional Catalana, que ha protagonizado recientes
enfrentamientos con las fuerzas políticas secesionistas.
La
pregunta: tampoco sabemos las fuentes de financiación de la nueva criatura.
Pero algo podemos intuir, el afán de montar chiringuitos está saliendo caro a
la feligresía catalana.
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