«De
color ceniza se han vuelto los blancos», es el comienzo de un soneto de Guido Orlandi, contemporáneo de Dante. Los blancos era
una fracción de los güelfos, la otra eran los negros. Algo debieron hacer mal
los blancos a juicio del poeta quien con ese íncipit los puso de vuelta y
media. Interesantes aquellos tiempos florentinos en que las disputas políticas
se zanjaban a golpes de soneto unas veces y otras a golpe de ballesta. No como
ahora que todo se ventila a golpe de tuitter
sin ingenio que llevarse a la boca.
«De
color ceniza se han vuelto los blancos», sería como decir que la piel de Ciudadanos se ha echado a
perder de un tiempo a esta parte. La crítica más común al partido de Rivera es
su vergonzoso itinerario hacia posiciones cada vez más ultras. Es, como si dijéramos, la sorpresa ante quienes
vinieron al mundo –según dijeron en su partida de nacimiento-- para reformar la política española y abrir
paso al necesario regeneracionismo. Pero aquella blancura fue adquiriendo, en brevísimo tiempo, un fuerte color
ceniciento. En concreto, quienes hicieron creer que venían a regenerar el patio
fueron acercándose tanto al estercolero que acabaron conviviendo pacíficamente
con él en Andalucía. Y de ahí pasaron al doctorado: el acto de la Plaza de
Colón que significó el paso a la eternidad ultra de los de Rivera. No fue un
error aquello, sino una opción. La diferencia entre error y opción es clara. Eso
sí, de vez en cuando hacían su marramiau para no infundir sospechas. De un
lado, para no exhibirse demasiado ante Europa; de otro lado, para no enfurecer
demasiado a los pocos comadrones que le quedan.
En
todo caso, tengo para mí que hay algo peor que todo ello, siendo grave. A
saber, la demostrada inutilidad política de Ciudadanos. Elecciones autonómicas
de Cataluña de 2017: Ciudadanos gana las elecciones con 36 diputados y
1.109.732 votos. Es la primera vez que un partido no nacionalista gana las
elecciones catalanas. Pronto se descubrirá que dicha victoria no se traduce en
acción política concreta. Su portavoz, Inés Arrimadas, es un disco rayado. Pura casquería. En realidad
la frescura que aparenta es labia de baratillo. Ciudadanos, partido mayoritario
en el Parlament, es pura filfa.
En
resumidas cuentas, tal como es Ciudadanos –y, sobre todo, como quiere ser—
aparece como un partido prescindible. Su hipotética relevancia ya está cubierta
por el Partido Popular. En parte, todo ello explica sus lesiones internas, que
no se han dado en su periferia sino en el mismísimo grupo dirigente y en las
bancadas parlamentarias. Su primer
dirigente, Albert Rivera, sigue siendo un niño bitongo.
P/S.-- Las referencias a Guido Orlandi las he sacado
de "Dante, la novela de su vida", de Marco Santagata (Ediciones Cátedra, 2018).
No he podido encontrar en parte alguna el resto del soneto. Agradeceré a quien
me de algunas referencias.
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