Quim Torra pone su
ideología por encima de la Ley. Esta visión extremadamente autoritaria tiene
unas arcaizantes raíces religiosas. Es decir, el independentismo en la visión
de Waterloo y adláteres casa
perfectamente con los teologúmenos (verdades enunciadas contenidas en la divina
revelación) dogmáticos de todas las iglesias de ayer, hoy y quién sabe si de
mañana. Esa divina revelación es la que hace decir a Torra que los
recientemente detenidos en Sabadell son «ciudadanos comprometidos».
Hace
tiempo que venimos comentando que en el movimiento independentista se hospeda
una serie de grupúsculos que han dejado de practicar la «revolución de las
sonrisas» y las formas de no-violencia. Aunque
minoritarios todavía, no son infrecuentes los gritos de reivindicación
de Terra Lliure, la
ETA chica de Cataluña, en las manifestaciones organizadas por diversos
grupúsculos. A ellos se dirigió ese
Torra: «apreteu, apreteu». Resultado: donde manda patrón, no manda marinero».
Nueve
son los detenidos de Sabadell. La policía les ha encontrado material explosivo;
algunos de ellos han reconocido en Comisaría que no pretendían organizar actos
de terrorismo sino de «sabotaje». Conocida la noticia de las detenciones
empezaron las reacciones de apoyo a los detenidos. Como hemos dicho, Torra no
sólo les apoyó sino que institucionalmente los legitimó. Legitimó también el
material explosivo y sus hipotéticas consecuencias si se hubieran llevado a
cabo dichos sabotajes.
Debo
dejar claro que no tengo los conocimientos jurídicos para dilucidar si los
detenidos preparaban una campaña de terrorismo o de sabotaje. Lo que sí parece
de cajón es que el material encontrado no se compadece con las «sonrisas», ni
con el pacifismo que se le atribuye a todo el movimiento independentista.
Recalco, a todo. El cuerpo pacífico
de ese movimiento hace tiempo que tiene algunos garbanzos negros no
irrelevantes. Garbanzos con dinamita.
Lo
nuevo ahora es que hay un sector determinado que comprende, justifica y
simpatiza con, de momento, la preparación de sabotajes, y que pone por encima de la Ley la ideología del independentismo. La ideología como deformación mental de la realidad. Lo más nuevo es que,
desde el Gobierno de Torra, se les incita a que «aprieten» y, tras ello, a
premiarles con la distinción de ciudadanos comprometidos. Unos planteamientos
que provienen de la descomposición del árbol post convergente.
Cataluña
se ha convertido en una enorme zahúrda. La descomposición es tal que está a
punto de aparecer un nuevo putiferio político: las conversaciones entre Artur Mas y aquel
funambulista de Dante Fachín
para ver si se concreta una alianza política. Sería un revoltillo entre
Corrientes 348 y La Santa Espina.
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