Digna
de haber sido pensada durante una farra goliardesca: ratafía a granel, calisay
a discreción y Aromas de Monserrat a destajo, que todos ellos son productos
inequívocamente catalanes. Catalanes pata
negra. Farra goliardesca disfrazada de brainstorming para no infundir
sospechas. La convocatoria de tal tormenta de ideas tenía como objetivo la
creación de un nuevo aparato, los instrumentos de país (eines de país), en manos de la demediada sociedad civil catalana.
Pintoresca idea que viene a suplir el fracaso de aquellas «estructures d´Estat»
que gradualmente irían substituyendo a las instituciones del Estado en
Cataluña.
La
farra goliardesca acordó con entusiasmo delirante poner en marcha lo que dieron
en llamar «consum estratégic». A saber, que solo y solamente se consumirán
productos catalanes fabricados por empresas que estén por la independencia. No
vale si sólo son productos catalanes y no avalan la oriflama de la secesión.
O
sea, en tiempos de globalización interdependiente se pregona desde el púlpito
la autarquía. Un paso atrás que parece inspirarse en todas las autarquías que
en el mundo han sido sin olvidar la de Corea del Norte con su famoso principio zuché (nosotros sólos con nuestros
propios medios) que puso en marcha Kim il Sum que nunca se
lo aplicó a sí mismo y sus allegados.
Recuerdo
un sucedido que me ocurrió hace ya muchos años. Don Ramón
Trías Fargas, «gloria y flagelo de CDC», y un servidor nos encontrábamos
a menudo en Casa Alfonso, en Pau Claris casi esquina Urquinaona. Media botellita de manzanilla y unas tapas de
mojama. Gloria bendita que le sería prohibida a don Ramón por tan pintorescos
goliardos.
Estoy
convencido que tan extraña peña es incapaz de caer en la cuenta de las consecuencias
de su planteamiento. De un lado, de la autarquía; y, de otro lado, de las
respuestas de los consumidores de más allá del Ebro famoso hacia los productos
catalanes. Pero eso a la ANC le importa un comino. A sus dirigentes no les
afectaría, igualico, igualico que a Kim il Sum.
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