Homenaje a Carles Navales en el primer aniversario de su fallecimiento.
La prima de riesgo y los indicadores bolsísticos
siguen en estado peristáltico. Ya veremos qué ocurre cuando se hagan públicas
las condiciones concretas de esa inyección multimillonaria a los bancos
españoles. Es como si hubiera una enquistada crisis de confianza en la
capacidad de gestión de las autoridades españolas tanto políticas como del
gremio bancario. Es como si ese magma de los mercados no tuviera confianza en el uso de esos cien mil millones
de euros.
… Y es que simultáneamente perciben la crisis de mal
gobierno, incluida su inepcia superlativa, la crisis institucional --¿qué
institución española está fuera de sospecha?— y que la banca española, salvo
algunas excepciones, un bolsa de oro del que cagó el moro o una talega de plata
de la que cagó la gata. Los cien mil millones del ala no pueden parar, por lo
menos hasta ahora, la corrupción generalizada y la mendacidad institucional. La
pregunta retórica sería ésta: ¿a santo de qué va a suscitar confianza este inmenso
Patio de Monipodio?
De hecho, las derechas económicas y políticas
confían en articular algo así como una “revolución pasiva” (en la acepción
gramsciana del término), basada en la resignación de la gente, en eso tan
manido como “es lo que hay, y menos da una piedra”. Esto es, en un controlado
descrédito político soportado de manera paciente, en Jehová derrotando al santo
Job. Pero no son estas las señales que emite un amplísimo segmento de la
sociedad española. O sea, justamente lo contrario de la servidumbre voluntaria
tanto en la versión de La
Boétie como en la Jean-Léon Beauvois
en su Tratado de la servidumbre liberal. Es decir, en la racionalización y la
interiorización de la sumisión. Pero, repito: por ahí (al menos hasta ahora) no
van las cosas. Porque las cosas han llegado demasiado lejos… Que no se me olvide: ¡solidaridad con los mineros!
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