jueves, 12 de julio de 2018

El Rey Emérito y la tal Corinna



Fernando Ónega pone en tela de juicio la cinta donde se narran los tejemanejes del rey emérito y su amante.  La protagonista es la ya famosa Corinna, acompañada por el capitoste Juan Villalonga, ex presidente de Telefónica, y el no menos célebre comisario Villarejo, perejil de diversas casquerías en mal estado. Metiendo bulla no tiene instrumentos para verificar si la grabación, que ha sido difundida por ese vertedero que es OK Diario,  es un montaje, ni tampoco si Ónega es, en este caso, el deshollinador que quita la tutía de las reales chimeneas.  Metiendo bulla tiene sus limitaciones. Lo que en todo caso sabemos es que el rey emérito fue un hombre de cremallera fácil con negocios que no olían a ámbar.

Tan sólo estamos en condiciones de indicar lo siguiente: existen industrias inquietantes de huelebraguetas conectadas al mundo del parné de alto copete vinculadas a ciertos miembros de los aparatos del Estado (Villarejo sería el emblema más conspicuo) que fabrican dossiers ad personam. Es una industria floreciente que se sustenta en el morbo de miles de lectores. Un negocio que se alimenta de centenares de documentos conscientemente traspapelados de comisarías y juzgados que se ponen en circulación por los digitales-vertedero. Son, en principio, empresas clandestinas.  De momento, son industrias florecientes.

Apostilla, la Audiencia Nacional deberá decidir antes de fin de año si abre una investigación sobre las grabaciones incautadas hace meses al comisario José Manuel Villarejo, entre ellas una que recoge una supuesta conversación entre el policía, ya jubilado, y Corinna zu Sayn-Wittgenstein, amiga del Rey emérito. Así pues, no se corten, señores Magistrados. Estamos en ascuas.

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