Allá por los años treinta del
siglo pasado –el «siglo breve», según Eric J. Hobsbawm-- alguien organizó una encuesta con la idea de
intentar saber cómo sería el siglo XXI. Entre los participantes estaban dos
intelectuales de gran prestigio en aquellos entonces, Unamuno
y Marañón, y un famoso futbolista, el portero Ricardo Zamora. Los tres hicieron su correspondiente
predicción. Unamuno: en el siglo XXI ya no habrá más guerras. Marañón: Habrá
desaparecido el cáncer. Zamora, el legendario portero que, cuando yo era niño
chico era un mito, afirmó sin darle mucha importancia a lo que decía: «En el
siglo XXI el fútbol será una industria universal». Clarividente. Sociólogo no diplomado. Lo que
no pudo prever era el aprovechamiento del fútbol por la política y viceversa. De
ello ha hablado recientemente Zlatko Dalic, el seleccionador de
Croacia, subcampeona del mundo de fútbol, a propósito de su país (1).
Ricardo Zamora figura en los anales sólo por dar
nombre a un curioso movimiento de despeje con el codo, inventado por él, que
nosotros conocíamos como zamorana. Hay que decir que, debido a sus actuaciones,
logros y trayectoria, fue incluido de manera póstuma por la FIFA en el salón de la fama del fútbol en el año 2012, siendo el segundo portero en ser
reconocido tras Lev Yashin, el
mítico cancerbero soviético a quien conocíamos como la Araña
negra.
Lo que me parece irritante
es que esa cofradía tan pendenciera como la de los sociólogos no reconozca el
acierto de la predicción de Zamora. Seguramente le consideran un intruso, que
se metió en camisa de once varas y no había pisado la Universidad.
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