Zoido,
pintoresco Ministro de Interior, no es un hombre de mundo. El radiofonista Jiménez Losantos tampoco. El
uno y el otro se han dirigido a las amistades alemanas y recibido unas
estrepitosas calabazas. Digamos, pues,
que no corren buenos tiempos, allende nuestras fronteras, en la España cañí que ellos representan. Hasta
donde nosotros tenemos información no han estallado las bombas que el
radiofonista parecía haber organizado en unas cuantas cervecerías bávaras como
protesta por la decisión del Tribunal del land
de Schleswig-Holstein de no entregar a
Puigdemont a las autoridades españolas. Son las cosas de Federico, tan
patológicamente irascible como mermado cerebralmente. Que nosotros sepamos ni
el diligente ministro de Justicia, ni la Fiscalía han pedido explicaciones ni
abierto expediente al radiofonista. Lo
que debe haber sorprendido en tierras nibelungas. A nosotros no nos ha
sorprendido.
Lo dicho: Zoido no es hombre de mundo, ni
parece tener información certera de cómo se las gastan en aquel land alemán. Nuestro celebrado ministro
de Interior se ha dirigido a las autoridades de aquel territorio pidiendo los
nombres de los agentes de la policía que detuvieron al ex president de la
Generalitat para condecorarles. Las ocurrencias de Zoido. La respuesta fue tan
austera como contundente: ´No ha lugar, sólo cumplieron con su deber´. Que
tiene mucha miga. Zoido debió pensar como el famoso torero que ´hay gente pa
tó´.
En efecto, hay gente para condecorar
estajanovístamente a las diez mil vírgenes del Cielo; hay gente para premiar
fraudulentamente la galbana y la vagancia con ristras de másters a destajo; hay
gente para liquidar el meritoriado a favor de la ignorancia diplomada. Hay
gente pa tó. Según parece en Schleswig-Holstein tienen otra opinión de las
cosas. La ética luterana frente a los oropeles paganos de las virgencicas de
nuestros ministros de Interior. La España cañí que se resiste, provocando la
hilaridad en las cancillerías europeas, frente a la España solidaria, del mundo
de los derechos, que ha salido a las calles y plazas masivamente contra La
Manada y ciertas togas de pesadilla.
En resumidas cuentas, la España oficial es
vista en Europa con perplejidad y sigue dando que hablar. La España oficial que
ya no reserva su sordidez a la piel de toro, ahora se empeña en exportar másters
de corrupción al Viejo Continente. Es lo que ha hecho el senador valenciano Pedro Agramunt, presuntamente
putañero, hombre de bragueta financiada por las sentinas institucionales de
Azerbeiyán. La sombra del ciprés sigue siendo alargada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario