1.--
El Gran Sanedrín del Partido Popular, reunido en Sevilla, sufre el asedio de
dos fuerzas de asalto: a) la negativa de la Audiencia Territorial de Schleswing – Holstein a entregar Carles Puigdemont a España por el delito de rebelión y su
puesta en libertad; y b) la marimorena que ha organizado Cristina
Cifuentes con su famoso máster (1). Dos protagonistas: uno, que fuera presidente de la
Generalitat de Catalunya; otra, la (todavía) presidenta de la Comunidad
autónoma de Madrid. Cataluña y Madrid poniendo en duro aprieto al hombre de
Pontevedra. El Gran Sanedrín es una batahola donde brilla el oro que cagó el
moro.
Fracaso estrepitoso, además, del Estado: de sus
gobernantes y de la Brigada Aranzadi.
Fracaso personal del juez campeador. Carles Puigdemont vuelve por sus fueros,
insistiendo en sus delirios de grandeza y su cesarismo de campanario. Un éxito
de este caballero directamente proporcional al fracaso del hombre de
Pontevedra. Alguien diseñó la
operación de detener a Puigdemont en Alemania, pensando en las relaciones
privilegiadas entre Alemania y España y en la gobernanza de la Unión Europea. Alguien confundió, así las cosas, la
velocidad con el tocino creyendo que Merkel ordenaría
a la Audiencia Territorial del land que empapelasen a Puigdemont. Alguien
olvidó el famoso «Sire, es gibt noch
Richter in Berlin», quiero decir en Schleswing – Holstein. «Señor, todavía hay
jueces en Berlín, digo en Schleswing -
Holstein». Que tiene su origen en
tiempos de Federico el Grande.
Este monarca le echó el ojo a una finca a la vera de Potsdam con la idea de
construir el que fuera famoso palacio de Sanssouci. Sucedió que en ese lugar había desde siempre un molino,
cuyo ruido no le era agradable al soberano. Al propietario se le dio orden de
irse, pero, lejos de amilanarse, acudió a los tribunales, que dieron dieron la
razón al combativo molinero. Se non é
vero é ben trovato, como tuvo el gusto de exclamar, siglos antes, el
resistente Giordano Bruno.
2.-- Lo que toca el Partido Popular queda
contaminado. Contamina la política, la economía y, ahora, el sistema
universitario. Su técnica es «la ocupación» de todos los espacios de la
sociedad. Tres cuartos de lo mismo que el gen convergente desde los tiempos del
Patriarca, Jordi
Pujol y sus discípulos, que han elaborado un
tosco sistema del reparto de la túnica
sagrada.
Hubo un momento en que don Mariano, agobiado por el origen de los problemas actuales,
decidió darle una mano de pintura al bergantín del PP. La renovación del velero
no llegó ni siquiera a un baldeo de cubierta. Se limitó a ascender a copilotos
al trío Maíllo, Maroto y Levi. Un placebo. Seguían mandando los colmillos retorcíos. Pues toda renovación o
mudanza conlleva disgustos y desestabilización en el sistema jerárquico
instalado. Los copilotos, si querían medrar, sólo tenían que seguir la
corriente. Cosa que hizo Cifuentes con singular desparpajo, siguiendo los pasos
de la señá Esperanza.
En suma, el Partido Popular
fue dando tumbos. Ahora del coro de Puigdemont al caño de Cifuentes, y del caño
de Cifuentes al coro de Puigdemont.
3.-- Lo inquietante de esta situación es que la
izquierda no aparece como el relevo de este PP descuajaringado. El PSOE y
Podemos no reciben los consensos necesarios y suficientes para darle la vuelta
a la tortilla. El llamado «efecto Pedro Sánchez» fue el sueño de una noche de
primavera. Y Pablo Iglesias el Joven sigue siendo lo que pudo haber sido y no
es. Por el contrario, es Ciudadanos quien, según las encuestas y el run run de
la calle, quien recoge los gambullos que pierden Mariano y sus mesnadas. Con lo
que podría establecerse esta arriesgada hipótesis: el PP ha entrado en una
crisis crónica que, tal vez, le lleve a una definitiva irrelevancia; mientras
que el PSOE sigue caminando por el desierto y Podemos buscando el bálsamo de
Fierabrás.
4.-- En resumidas cuentas, el Gran Sanedrín en
Sevilla es pura filfa. Es la propaganda por el hecho mediático, nueva variante
de la propaganda por el acto, desde luego sin las aristas que le dio Kropotkin. Es, por así decirlo, el desarrollo de una fiesta
familiar que queda arruinada por cualquier intemperancia de un cuñao.
1)
Este es el oigen de la expresión «marimorena»,
según explica Alfred López: En el Madrid de los Austrias del último cuarto del siglo XVI, había una taberna en
la Cava Baja que era regentada por un matrimonio compuesto
por Alonso de Zayas y su
esposa María Morena. No queda claro
si ‘Morena’ era el apellido o un simple mote por el posible color de su
cabello, algo así como María ‘la morena’. Esta pareja fue famosa en el año 1579 debido
a un proceso judicial, que se abrió contra ellos dos, por una trifulca que se
armó en el establecimiento, tras negarse a servir su mejor vino a un grupo de
soldados que hasta allí habían llegado sedientos y con ganas de tomar unos
tragos. Tras negarse a servir un buen vino, comenzó en el local una trifulca y,
por lo que los escritos de entonces explican, la que repartió más leña fue la
propia tabernera, conocida por todos los lugareños como Mari
Morena.
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