La canción de gesta del
independentismo catalán ha acabado siendo una milonga. La canción de gesta de
que «somos la inmensa mayoría del pueblo de Cataluña» se ha convertido, de la
noche a la mañana, en algo todavía insuficiente. La canción de gesta de que «Europa
estaba con nosotros» se ha visto reducida a pasear la soledad por las calles
europeas. La canción de gesta de que «somos República» se ha traducido en agua
de borrajas. Una milonga.
Ahora los más conspicuos
dirigentes políticos del independentismo parece que le están dando la vuelta a
la tortilla del discurso de la canción de gesta. O sea, «en París no está doña
Alda / la esposa de don Roldán» contradiciendo el viejo romance.
Esta vuelta de la tortilla no va
acompañada de un razonamiento que explique cabalmente por qué ha fallado todo.
Por qué la canción de gesta se ha convertido en milonga. Más que autocrítica
parece un intento de disolver las declaraciones de Forcadell y sus amistades ante el juez de del
Tribunal Supremo, y sobre todo proteger a los ex consellers, que siguen en
prisión. (Oigan, póngalos en libertad, que en la cárcel no pintan nada).
Ahora bien, como hemos dicho en
otra ocasión, lo cierto es que la rectificación es un acto de atrición. La
prueba la tenemos en la actitud de Oriol Junqueras,
el único que aguanta el tipo. No se añade al grupo de plañideras, ni tampoco –afirman
voces generalmente avisadas— piensa acatar lo que aquellas han asumido. O sea,
este caballero no recitará aquello de «¡Ay de mi Alhama!», que el nazarita lloró.
Ahí está la clave de su decisión
de indicar a Marta Rovira,
número dos de ERC, como candidata a la presidencia de la Generalitat. La
técnica del dedo nuevamente. Pero, simultáneamente, es un par de banderillas a Puigdemont. Es como si le
dijera: tú te has unido al coro llorón, no tienes cuajo; aquí estoy yo que no
me bajo los pantalones; tú eres el hombre de la milonga, yo soy el de la chanson de geste; tú eres el villano, yo
el roble que aguanta en la cangrí; tú eres el hombre que dudó, yo soy el de las
certezas. Empieza la leyenda de Junqueras. Él mismo ha empezado a escribirla.
Cambio de tercio.
Querido Manuel Zaguirre: te espera una
campaña áspera. Recuerda el viejo dicho: «parar, mandar y templar».
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