El Dedo de Mas le ungió y en dedo se
ha convertido Carles
Pugdemont, el hombre twitter. Un dedo que ha conseguido su propio
territorio. Es parte de la tradición política: quien designa con el Dedo acaba
siendo desbordado. También le ocurrió a Aznar con M
punto Rajoy. Pero, a decir verdad, no se puede considerar al hombre
twitter como una hechura de su benefactor. Puigdemont es él y sus particulares
circunstancias.
Mas es el exponente de la vieja
Convergència, también fue designado por el otrora poderoso Dedo del Viejo
Patriarca. El hombre que pasó de considerar «el nacionalismo como algo oxidado»
al independentismo como refugio confortable de todos los tres por ciento que
han sido, son y serán. Carles Puigdemont es el resultado de la alquimia de un
Mas atribulado por los fatricelli de la CUP y la media sonrisa de los de Esquerra Republicana que querían su retiro al
monasterio. Artur Mas o la rosa de Alejandría: neoliberal de noche e
independentista de día. Puigdemont erráticamente atolondrado, que en Cataluña
se llamaría un esbojarrat. Con tintes
de niño revoltoso de patio de colegio de
pago. Artur Mas o la autosuficiencia de las élites barcelonesas; Puigdemont o
la ancestral suspicacia de las lejanas comarcas catalanas frente a can Fanga,
que así denominan a Barcelona, poco temerosa de Dios, Nuestro Señor. En suma,
la vieja política de Mas y la predicación de Puigdemont que se acerca
peligrosamente a una simbiosis de poujadismo y
qualunquismo. De dañina
memoria.
El procés ha fracasado. Sus motivos no interesan a Puigdemont. Es más,
ni siquiera admite que haya fracasado. De ahí que mantenga a machamartillo su
metafísica, adobada ahora con otros ingredientes que, tal vez, estaban en su
recámara. El dogma ni se transforma, ni se destruye, porque dejaría de serlo.
Esta es la esencia de su Vulgata. Y es esto, precisamente esto, lo que le
confiere un vínculo de emoción con amplias capas de la sociedad catalana. Las
del nosaltres sols. Que aflora
cíclicamente en los momentos de crisis superpuestas. Puigdemont es la expresión
de ello, de algo que estaba dormido o que estaba de parranda.
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